Donde defecan las personas alrededor del mundo

La caca puede ser tema de humor excéntrico o de vergüenza en occidente, pero para millones de personas en países subdesarrollados en todo el mundo, el saneamiento no es tema de broma. Según la ONU, 2.5 mil millones de personas no tienen acceso a un saneamiento adecuado, incluidos sanitarios, con resultados dramáticos para su salud, dignidad y seguridad además de los perjuicios al medio ambiente y al desarrollo social y económico.

WC mundo

A nivel mundial, unas 526 millones de mujeres se ven obligadas a hacer sus necesidades al aire libre. Como no tienen acceso a un baño que les ofrezca privacidad, muchas se ven forzadas a esperar hasta que caiga la noche antes de poder salir de sus casas, momentos es que pueden ser sometidas a amenazas físicas e incluso una violación sexual. Para destacar esta problemática, la World Toilet Organization, una organización mundial sin fines de lucro, creó el “Día Mundial del Baño”, que se celebra cada año el 19 de noviembre.

En el marco de la celebración del año pasado, fotógrafos de Panos Pictures trabajaron en asociación con la Water & Sanitation for the Urban Poor para producir una exposición que documentara a las mujeres y niñas en sus baños, mostrando el efecto que puede tener en sus vidas algo que muchos consideramos tan trivial.

El “Día Mundial del Baño”, pretende crear conciencia y colocar los reflectores sobre la amenaza de violencia sexual que las mujeres y niñas enfrentan debido a la pérdida de privacidad, así como la desigualdad presente en la usabilidad.

Los baños generalmente son insuficientes para las poblaciones con necesidades especiales, enfermos y ancianos así como para mujeres y niñas que requieren instalaciones adecuadas para gestionar su higiene menstrual. Sin baños accesibles para estas personas, permanecen en la zona de exclusión que les impide asistir a la escuela o tener un buen empleo.

Puede parecer un tema escatológico, pero es una problemática realmente seria. Imagínate cómo sería tu vida sin un baño en que pudieras hacer tus necesidades con la privacidad a la que estás tan acostumbrado.

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Vanessa, una residente de 17 años en Antananarivo, Madagascar, dice que le preocupa cuando está en periodo escolar. Pues en casa, ella tiene un pequeño baño en el que puede mantenerse aseada cuando lo necesita, pero cuando está en la escuela, se siente avergonzada, pues no hay espacio para cambiarse o lavarse. Siempre está preocupada de que su tolla sanitaria pueda desbordarse.

 

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Ghita, una mujer de 48 años del poblado de Bosco, en Rumania, dice que es dueña de uno de los baños más grande del pueblo, con 20 metros cuadrados. Un 35% de la población de Bosco está representada por gitanos, que gozan de cierta prosperidad. Sin embargo, no hay agua corriente ni saneamiento básico en el pueblo.

 

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Lorena, una joven de 16 años de Brasil, estudia y vive en una de las favelas de Rio de Janeiro. Ella cuenta que su casa no tiene un baño, pero trabaja arduamente para construir uno. Mientras tanto, ella usa el baño en casa de su madre. Para empeorar la situación, solo jueves y domingos hay suministro de agua en la favela. Por eso, sueño es tener un baño con agua corriente abundante.

 

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Ella es Ittava, una mujer de Uttar Pradesh en la India. No tiene un baño en casa y se ve en la necesidad de evacuar entre el monte. Dice sentirse indigna y sin privacidad cuando requiere hacer sus necesidades. Es humillada por algunos hombres y alguien incluso llegó a lanzarle piedras, haciendo gestos vulgares.

 

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Rubina es una mujer de 38 años que vive en un barrio de Dhaka, Bangladesh, desde hace tres años. Ella se mudó de una zona rural cuando su esposo consiguió un empleo en la ciudad. El baño que usa se conoce como “casa compartida” y está ubicado a unos 20 metros de su hogar. Rubina cuenta que una vez, en medio de la noche, fue al baño y alguien golpeó la puerta con tanta fuerza que pensó que estaban intentando derribarla. Se asustó bastante y, desde aquella fecha, tiene temor de usar el baño después de las nueve de la noche.

 

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Rosalie es una pequeña de 9 años residente de Brúcelas en Bélgica. Asiste a una escuela donde hay baños independientes para niños y niñas en cada piso. Su salón de clases está en el tercer piso, donde los alumnos cuentan con 22 sanitarios, que son compartidos entre 230 alumnos y 20 adultos.

 

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Assucena, de 14 años, vive en Mozambique y es una estudiante de octavo grado a la que le encanta estudiar y jugar fútbol. Vive con su madre, abuela, hermana y dos primos. Su abuela vende cerveza para mantener a la familia. Assucena comparte un baño con otras 30 personas de diferentes familias. Ella reclama que cuando llueve, el agua huele bastante mal.

 

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Sineha, de 71 años, es residente de Tailandia y utiliza un baño público que está al interior del tempo que visita. Resulta muy conveniente y se limpia a diario por un intendente. Es un lugar seguro, ya que el templo cuenta con seguridad las 24 horas del día. Además, los baños están separados por género.

 

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June es una anciana de Inglaterra que labora en la secretaria de adjudicación de la carretera Gordon, en Finchley, al norte de Londres. Ella cuenta que todos están acostumbrados a usar un baño portátil, que debe cambiarse cada cierto tiempo debido al fétido olor.

 

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Susan, de 46 años, vive en Zambia y es fundadora de una escuela en la comunidad para niños con deficiencias físicas y mentales. Cuando tenía dos años fue víctima de la poliomielitis y dice que no es fácil ser un discapacitado en Lusaka. Usar un baño ya es un desafío, especialmente en la estación lluviosa, ya que debe arrastrarse a los baños comunitarios.

 

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Mary vive en los Estados Unidos y trabaja como escritora en Nueva York. Comparte departamento con otras dos mujeres y cree que es importante que cada una agende su tiempo en el baño y se organicen para limpiarlo. Vivía en Beijín, donde solía usar un baño público ya que su apartamento no tenía baño privado. Ella cuenta que odiaba tener que colocarse un casco o ropa de frío simplemente para ir a orinar en medio de la noche durante el invierno. Esa experiencia la hizo apreciar la privacidad y la comodidad de tener un baño limpio en casa.

 

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Nombini, de Sudáfrica, tiene dos “bacinicas” (unas hieleras utilizadas para defecar), que son utilizadas por las 12 personas que viven en su casa. Cuando se mudó a Khayelitsha, en 2005, ella no tenía un baño, motivo por el que tenía que descargar en el monte y se avergonzaba cuando estaba como el Tigre de Santa Julia y, de la nada, aparecía una linterna o un faro que denunciaba su humillante condición. Cuando adquirió su primer “bacinica” en 2009, resultó mucho mejor que ir al campo.

 

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Pana, de 49 años, vive en Buzescu, Rumania. Como casi la mitad de la población de aquel país, ella vive en el campo, donde no hay agua corriente o drenaje básico ofrecido por el municipio. Pana tiene un baño dentro de su casa, pero solo lo usan sus sobrinos cuanto están de visita. Ella usa el baño que está en el exterior, incluso en invierno.

 

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Flora, de 19 años, es una mujer de Mozambique que estudia la educación preparatoria. Vive en Chamanculo, en Maputo, con su madre, hermana y sobrina. Se comparte un baño con otras familias que viven en las proximidades. Dice que odia usar el baño, porqué a veces los hombres la espían por encima de la cerca. Según ella, no tiene ningún tipo de privacidad.

 

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Eunice, de Kenia, es la cofundadora de la Kasarani Academy en Naivasha. En el pasado, la escuela solo tenía dos baños que eran compartidos por 250 alumnos. Los inquilinos que viven en las proximidades también utilizaban los baños dejándolos en condiciones detestables. Debido a esto, Eunice descubrió que los niños preferían defecar al aire libre en los jardines alrededor de la escuela, lo que rápidamente se convirtió en un problema de salud pública. Eunice y su esposo Paul están invirtiendo en instalaciones sanitarias para los niños: estas minúsculas casas impiden que los baños sean usados por los adultos de la vecindad, ya que les es imposible pasar a través de las puertas. Ella dice que ahora los padres inscriben a sus hijos en la escuela debido a estos baños amigables con los niños.

 

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Eiko, de 61 años, vive en Tokio, Japón. Como el centro comercial está cerca de su casa, ella va hasta allí a hacer sus necesidades. Recuerda que cuando era niña, los baños públicos no eran tan limpios y olían mal, pero cada vez que utiliza este baño, se siente relajada. En general, los baños de los centros comerciales en Japón son un ejemplo extremo de un buen saneamiento y cuentan con recursos como música ambiental y asientos con calefacción. En el lavabo al lado de los baños, Eiko puede cargar su celular, ver televisión y masajear sus pies, transformando la función diaria básica que todos tenemos en una experiencia placentera y sensorial.

 

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Sangita, de 35 años, vive en Nueva Delhi, India desde hace una década. Antes vivía en una aldea donde defecaba en el medio del bosque, y dice que sentía mucha vergüenza por eso. Esto provocó que ella insistiera en tener su propio baño en Nueva Delhi.

 

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Martine, de 27 años, es una haitiana residente de Cayimithe. Cuenta que no tiene un baño cerrado. Su baño, de hecho, es un hoyo en el suelo de su casa, que está a tope y se ha convertido en un peligro. Ella solo usa la fosa séptica en la noche, cuando puede tener un poco de privacidad. De día, va hasta un baño comunitario, que queda a unos 15 minutos de distancia de su hogar.

 

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Ima, de 47 años, vive en Ghana y es intendente de un baño público en Kumasi, la segunda ciudad más grande del país. Ella vive en un cuarto de alquiler con su esposo y cuatro hijos. Es una empleada muy dedicada y cuenta con los ingresos de su trabajo para pagar la educación de sus hijos. No tiene un baño en casa. Durante el día, usa el baño público donde trabaja, pero en la noche se ve forzada a usar bolsas plásticas, toda vez que no es seguro caminar largas distancias en la oscuridad.

 

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Meseret es una mujer etíope que administra un restaurante en Adis Abeba, comparte una casa de interés social con sus dos hijos, su hermana y su madre. Enviudó hace nueve años, cuando su esposo fue baleado durante las manifestaciones de las elecciones de 2005. Su baño compartido está muy lejos: por lo tanto, en la noche, por seguridad la familia usa el patio lateral al lado de su casa.

 

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Fabiola tiene 69 años y vive en Ecuador, en un poblado cerca de Quito. Entre los 7 y 21 años, ella compartió un baño con otras 20 personas, que vivían en su condominio. Ahora vive en un apartamento grande, que tiene cinco baños. Su baño es el mayor de todos y siente orgullo de ello ya que su situación actual contrasta mucho con la que vivió en su infancia.

 

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Isabela, de 33 años, vive sola en un piso en Rio de Janeiro, Brasil. Cuenta con una maestría en derecho ambiental y trabaja como artista plástica. Isabela dice que su baño significa comodidad para ella, pero también dice saber lo que hay detrás de esto: abastecimiento de agua, drenaje, contaminación de cuerpos de agua. Pese a esto, ella disfruta de por lo menos 10 minutos de un buen baño diario, en sintonía con los problemas ambientales ella sabe que es muy privilegiada por tener una fuente de agua limpia y caliente, y un inodoro confortable en el que sentarse.

 

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Renee es una artista que abandonó su antigua casa en los suburbios densamente poblados de Sídney para vivir una vida más tranquila en una zona rural que queda a una hora al norte de la ciudad. En las diez hectáreas de tierra ella construyó un cobertizo que incorpora un lavabo y un baño en el exterior. Irónicamente, Renee puede disfrutar de una privacidad total en el campo abierto ya que su propiedad está cercada por bosque, lejos de otras casas.

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Sukurbanu, de 65 años, vive desde su infancia en Rupnagar, Bangladesh. Utiliza un baño suspendido – una plataforma de bambú construida sobre el agua – de la cual cayó hace poco. Dice que frecuentemente se enferma y cree que es a causa de estos baños. Ella vive con tres hijas, que enfrentan largas filas para ir al baño antes de ir a trabajar por las mañanas.

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14 comentarios en «Donde defecan las personas alrededor del mundo»

  1. Gracias a Dios, porque tengo dos baños en la casa… veo a las personas que tienen que compartirlo, y me doy cuenta de lo afortunada que soy, y no le pongo atencion a estas pequeñas cosas, muy buen post!

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  2. Pues no hay que ir tan lejos tooodos esos ejemplos los tenemos en Mexico simplemente en pueblos alejados asi viven y en las grandes ciudades hay derroche de todo, pero gracias a dios todos los lectores de aqui supongo que no vivimos esa realidad.

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    • Saludos Jairo; efectivamente, supones mal, el desarrollo es dispar, algunas cosas no se desarrollan de igual manera que el resto, un servidor es lector de Marcianos, ese hecho no significa que no haya carencias de otro tipo, como correctamente mencionas, México no es la excepción y en los pueblos aun prevalece esta situación, gobiernos que privilegian el tener WiFi “gratis” en plazas públicas y no ven otras necesidades como es el tener un drenaje en las comunidades apartadas de las cabeceras municipales, en donde cada familia las resuelve de manera diferente, siendo la mas común la fosa séptica, que es lo mas sano y en varios casos, es común aun defecar al aire libre; es muy probable que la mayoría de los ejemplos del Post, se vivan en suelo mexicano.

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  3. Q tristeza por esas mujeres que ni para una necesidad básica pueden estar seguras. No acabo de imaginar lo terrorífico q debe ser ir al baño arriesgándote tanto.
    Tengo una hija, madre, hermanas, amigas… y creo q somos bastante afortunadas.

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  4. Es increíble que algo tan cotidiano como echar una caquita, pueda ser un suplicio para otras personas. Y yo me quejo porque a veces se va el agua.

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  5. el baño del centro comercial esta bien padre, que hasta puedes cargar tu celular, jajajaj ya me imagino a mi hermano en esas condiciones, si de por si no lo saco del baño, ahora con música y cargando su celular, menos.

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  6. Muy buen post. Como persona afortunada que reside en México y siempre ha tenido un buen acceso al aspecto sanitario, nunca me había puesto a pensar en esto. Es de admirarse cada una de estas mujeres. Y yo que me quejo por que cortan el agua de 12 a6 pm.

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