Daniel Sickles, asesino por honor

Si crees que los escándalos en las más altas esferas del gobierno estadounidense son una peculiaridad de nuestros tiempos, estás equivocado. A mediados del siglo XIX, Estados Unidos contaba entre su gobierno con un verdadero canalla, nos referimos al congresista Daniel Sickles, un condecorado general de la guerra civil estadounidense que asesinó al amante de su mujer frente a la Casa Blanca.

Daniel Sickles general (6)

Vida y obra de Daniel Sickles son exploradas en la biografía American Scoundrel, del escritor Thomas Keneally, el mismo que escribió El arca de Schindler (obra en la que se basó la galardonada película La lista de Schindler). Indagando sobre la vida del líder de un grupo de rebeldes irlandeses llamado Thomas Francis Meagher, Keneally se encontró con el congresista Daniel Sickles.

Bien parecido, bien hablado y con las características de un líder nato, Sickles era famoso por tener incontables mujeres; un mujeriego empedernido, para hablar claro. Ni su matrimonio, en 1853, con una hermosa joven pudiente de apenas 17 años llamada Teresa Bagioli, pudo hacer que abandonara estas prácticas.

Teresa Bagioli
Teresa Bagioli

La pareja se mundo a Washington, donde se involucraron fuertemente en la vida social y política de la capital. Eran los tiempos previos a la guerra, y en cada reunión social era posible escuchar rumores de una batalla inminente. En la capital de los Estados Unidos, mientras su mujer dormía pacíficamente en la cama (o al menos eso creía), Sickles conquistaba los corazones de otras damas (algunas no tan damas) en sus aposentos privados. Incluso fue sancionado por la Asamblea de Washington por haber llevado a una prostituta a sus aposentos.

Pero su esposa, que de tonta no tenía ni un pelo, sabiendo que el esposo no le rendía, decidió ahogar sus penas en los brazos de un “ricachón”. ¡Y vaya ricachón! Teresa frecuentaba los brazos de nada más y nada menos que Phillip Barton Key, el procurador de los Estados Unidos por el distrito de Columbia e hijo de Francis Scott Key, el hombre que compuso la letra del himno nacional de los Estados Unidos de América. A Phillip solían referirlo como “el hombre más hermoso de la sociedad de Washington”.

Phillip Barton Key
Phillip Barton Key

A través de una carta anónima, Daniel Sickles (entonces con 39 años de edad) se enteró de que su mujer le era infiel. Presa de la ira, la obligó a confesar su adulterio e hizo que escribiera una declaración. El 27 de febrero de 1859, el hombre más hermoso de la sociedad de Washington caminaba frente a la casa de Sickles, en Lafayette Square, cuando el congresista lo detuvo gritando:

“¡Key, maldito canalla! Has deshonrado mi hogar. Debes morir”.

Sickles disparó sobre Phillip que, incluso herido, peleó contra su agresor. Sickles repitió el disparo y, después, en una situación de ventaja sobre su rival, recargó el arma y disparó una tercera ocasión, a quemarropa. Había muerto el hijo del ilustre hombre que compuso el himno nacional de los Estados Unidos.

Daniel Sickles asesinato

Sickles se dirigió a la casa del procurador general, Jeremiah Black, y se entregó. Pese a que lo recluyeron para que esperara su juicio, Sickles tenía permitido recibir visitas, tantas que solía atenderlas en la sala del carcelero. Todos los personajes que iban a visitarlo se mostraban escandalizados por su situación, después de todo, el hombre no había hecho otra cosa que limpiar su honor. Sickles llegó a recibir una carta de condolencias de James Buchanan, el entonces presidente de los Estados Unidos de América.

El congresista contrató a varios políticos prominentes para que llevaran su defensa, entre ellos Edwin M. Stanton, el futuro secretario de Guerra, y el jefe del Consejo James T. Brady. El juicio empezó el día 4 de abril de 1859.

“Está aquí para determinar el precio del lecho matrimonial”, gruñó el abogado de la defensa, John Graham, en un discurso repleto de citas de Otelo, de la historia de los judíos y de la ley romana donde se explayó durante dos días.

La confesión donde Teresa admitió su culpa se consideró inadmisible en la corte, pero Sickles la entregó a los periódicos, que la publicaron integra. Stanton argumentó que la infidelidad de Teresa provocó en Sickles una locura temporal a causa del sufrimiento y, en consecuencia, el no podía ser responsable de sus actos.

Y, por primera vez en la historia de ese país, esta defensa funcionó. Sickles fue absuelto e incluso se le consideró un benefactor público por rescatar a otras mujeres del acoso bestial de Phillip Key.

Daniel Sickles general (4)
Daniel Sickles en la última etapa de su vida.

Tiempo después de ser declarado inocente, él admitió:

Claro que tuve la intención de matarlo. Se lo merecía”.

Como escribió Thomas Keneally en American Scoundrel, Sickles siempre se encontraba:

“…en algún tipo de crisis, ya sea que fuera legislativa, financiera, sexual u homicida, y estas situaciones invariablemente lo impulsaban a la acción, no siempre sensata”.

Tiempo después Sickles combatió en la guerra de Secesión, convirtiéndose en uno de los generales más famosos del ejército. Perdió la pierna derecha en la batalla de Gettysburg después de ser alcanzado por una bala de cañón y se fue a vivir a Europa en 1869, donde se desempeñó como embajador de los Estados Unidos en España, donde afirmó haber tenido una aventura con la reina Isabel II.

Hueso de la pierna apuntada de Sickles junto a una bala de cañón. El general donó su pierna al Museo Nacional de Salud y Medicina de Maryland, donde aún pueden apreciarse los huesos en exposición.
Hueso de la pierna apuntada de Sickles junto a una bala de cañón. El general donó su pierna al Museo Nacional de Salud y Medicina de Maryland, donde aún pueden apreciarse los huesos en exposición.

Sickles pereció el 3 de mayo de 1914, algunos meses después de cumplir 95 años.

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18 comentarios en «Daniel Sickles, asesino por honor»

  1. Que comentario tan machista y fuera de lugar… leíste bien el texto? dice que él era siempre infiel… no se justifica la infidelidad en ninguna de sus formas, pero que se quiera hacer el “dolido” fue demasiado…

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