Colma, la auténtica ciudad de los muertos

Colma, en California, es un gigantesco cementerio donde 1.5 millones de muertos de San Francisco han sido sepultados en fosas comunes. “Es bueno estar vivo en Colma”, reza el lema de esta ciudad californiana que posee más residentes muertos que vivos. En “la Ciudad del Silencio”, como se le conoce popularmente a Colma, los vivos son superados en número de forma aterradora. Mientras que la población ronda los 1,700 habitantes, sus diecisiete cementerios acobijan a más 1.5 millones de cadáveres.

colma vista aerea cementerios
Vista aérea de Colma, las hileras de puntos blancos son tumbas con cruces y lápidas sobre ellas.

¿Pero, de dónde vinieron todos esos muertos? En 1900, San Francisco era un oasis para la muerte. Según Pat Hatfield, un historiador de la localidad, durante la fiebre del oro una enorme cantidad de mineros se asentó en esta zona, y con ellos vinieron múltiples enfermedades, agravadas por las condiciones laborales. El índice de mortalidad se disparó y los veintisiete cementerios de la ciudad se vieron rápidamente abarrotados. Respecto a estos lugares, un artículo publicado en 1880 se refería a los muertos como “tiranos”, pues ocupaban las mejores tierras para la construcción en la ciudad.

cementerio san franciso
26 de diciembre de 1933, un grupo de trabajadores exhuma cadáveres en el cementerio Odd Fellows. Actualmente aquí se encuentra el Rossi Playground, un pequeño parque público.

Una rápida reforma de ley pasó a prohibir la construcción de nuevos cementerios. Pero las condiciones de los cementerios ya establecidos seguían siendo un problema, por lo que fueron trasladados a los límites de la ciudad en 1914. Como defensa para sus acciones, el alcalde Jim Rolph declaró “el deber del gobierno es más para los vivos que para los muertos”.

Según la cineasta Trina López, la mayoría de los cementerios pequeños fueron trasladados en poco tiempo, pero los “Cuatro Grandes” (Masonic, Odd Fellows, Laurel Hill y Calvary) pasaron por una tempestad de disputas legales que duró bastante tiempo. El proceso de traslado de estas tumbas finalmente fue autorizado a inicios de 1930 y se terminó diecisiete años después, en 1947.

Si una familia tenía posibilidades, podía pagar por un entierro privado. De lo contrario, los restos eran reubicados en fosas comunes en Colma. Las lapidas también eran trasladadas solo si las personas pagaban por el trabajo. Aquellas lápidas y monumentos que no fueron reclamados se destinaron a diversos proyectos de obra pública, como el rompeolas.

Bóvedas para el nuevo cementerio Holy Cross. 1920.
Bóvedas para el nuevo cementerio Holy Cross. ca. 1920.

Al describir aquel camposanto solo y saqueado, Joe Eskenazi utilizó las siguientes palabras para un artículo del SF Weekly:

“En esa época, los otrora prístinos cementerios de San Francisco degeneraron sus escenarios para la apreciada actividad de ‘pasear’ del siglo XIX y se convirtieron en monstruosidades ahogadas por la maleza. Los perros de la ciudad se apoderaron de los huesos que sobresalían de la tierra. Las fraternidades escolares acudían a realizar elaboradas ceremonias de iniciación, a emborracharse y a hacer fogatas gigantescas con las estacas que habían servido para delimitar las tumbas. Los vagabundos descubrieron en las criptas abiertas un sitio ideal para vivir. Las bóvedas fueron saqueadas y las madres solían indicar que se evitara vagar por aquellas cuevas improvisadas repletas de violadores, pedófilos, duendes o parejas amorosas que iban a liberar pasión”.

Actualmente, la enorme (y nublada) necrópolis de Colma sigue sirviendo como lugar de eterno descanso para los muertos de San Francisco. Sus residentes refieren con cariño a estos cementerios como sus “parques”. En promedio, unos 75 nuevos residentes “subterráneos” llegan a Colma todos los días.

Uno de los datos más macabros es que en no trasladaron todas las tumbas de los cementerios originales. Durante una serie de renovaciones al Legion of Honor Museum, los trabajadores de la construcción desenterraron en torno a 700 cuerpos en lo que había sido el Cementerio de la Ciudad. Se estima que los sepultaron entre 1868 y 1906.

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Restos encontrados en el Museo Legion of Honor, 1993 – Richard Barnes.

En el sitio web de San Francisco History, se puede leer lo siguiente:

En el verano del año 1993, durante la renovación y expansión del California Palace of the Legion of Honor, “alrededor de 300 cadáveres de la época de la fiebre del oro – dos de ellos aun sosteniendo sus rosarios, otros con dentaduras y Levis – fueron descubiertos en lo que parece ser un antiguo cementerio. Algunos expertos aseguran que otros 11 mil cuerpos podrían descansar bajo los jardines del museo”, según un artículo de Los Angeles Times (12 Noviembre 1993, A-23).

La oficina del planificador de la ciudad posee las copias de las actividades de excavación del museo. Según el arqueólogo, había más de 700 entierros individuales. Todos los restos y artículos fueron entregados a la oficina del forense. La oficina del médico forense volvió a sepultar los restos en el cementerio de Skylawn en San Mateo, y los artefactos fueron donados al Museo de la Ciudad. La mayoría de los hallazgos se concentraron en el patio del Legion of Honor.

La firma arqueológica propuso una excavación más extensa, pero el museo sintió que se escapaba de sus posibilidades, por lo que se negaron. Otro punto interesante es que un residente antiguo, recordando la construcción del museo, mencionó que encontraron restos y que los pusieron en un hoyo en la esquina del edificio, aunque no recordó en que esquina. Por lo tanto, aparentemente los restos siguen ahí, en algún lugar bajo el museo.

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