Desde hace algún tiempo, varios estudios científicos y voces críticas ponen en tela de juicio la relación entre Facebook y las emociones humanas. Particularmente, casi desde el origen de esta red social, se sospecha que el uso continuo del sitio es capaz de provocar ansiedad, estrés, angustia, frustración y en general sentimientos muy negativos y contrarios al bienestar de un ser humano.
De forma general, Facebook dio cabida a un singular fenómeno de la psique humana: mostrar la propia vida mejor de lo que realmente es, maquillándola aquí y allá, mintiendo con sutileza, corrigiendo. En el mundo del Facebook, todos parecen ser unos triunfadores, son felices de tener vidas satisfactorias y plenas todo el tiempo, lo que podría convertirse en una especie de presión condicionante para quien piensa que todas esas vidas que ve en el monitor son mejores que la suya. De ahí nace la pérdida de la autoestima, la tristeza, la angustia de tener al alcance una vida perfecta y, sin embargo, ser incapaz de llevarla a la realidad.