“¡Yo soy el verdadero!”, me gritó el hombre que podría ser Matías. “¡No, yo soy el verdadero! El hombre al que juraste fidelidad frente al altar”, exclamó el otro que también podría ser Matías. Los observé con detenimiento mientras les apuntaba con la escopeta. En el mundo entero no se hablaba sobre otra cosa que no fuera la aparición de estos dobles, aunque nunca creímos que nos pasaría a nosotros.
Creepypasta
¿Disfrutas de las historias de terror? En Creepypasta encontrarás toda clase de relatos que van desde el terror psicológico hasta esa clase de pesadillas que se quedan con nosotros para toda la vida. Las historias aquí contadas emanan de aquellos temores más profundos que poseen los usuarios de Internet. La única característica en común entre todos estos relatos es que son ficticios… o quizá no.
El problema en un apocalipsis zombi no son los lentos
Irónicamente, lo peor del “apocalipsis zombi” no eran los zombis en sí. El problema es que eran demasiado lentos, tanto que hasta un niño gateando andaba más rápido que estos muertos vivientes. Aunque pensándolo bien, la peor parte eran todos esos locos aferrados a la idea de que este era el fin del mundo. Sin el más mínimo remordimiento de conciencia, mataban a cualquiera que consideraban infectado. Millones de personas completamente sanas murieron en manos de estos imbéciles.
Cien años tarde, demasiado tarde
Demoró años para que los científicos desarrollaran la tecnología necesaria para viajar en el tiempo, pero finalmente sucedió. Entonces llegaron las primeras pruebas con humanos. Estaba nervioso, pues me convertiría en la primera persona en viajar por el tiempo. Tras despedirme de cada uno de mis amigos y sonreír para las cámaras, ingresé a la máquina del tiempo.
Lilith no debe poner un pie en tierra firme
“A la persona que localizó este mensaje: es SUMAMENTE IMPORTANTE que entregue esta carta al oficial al mando.
Soy el capitán de este velero que, supuestamente, han recuperado. Si estás leyendo esta carta significa que yo, junto con mi tripulación, perecimos.
La maravilla del parto
“Muy bien, señora García, ¡PUJE!”, exclamó un entusiasmado médico mientras las uñas de Ana se clavaban en los brazos de Saul. Aquella parturienta gritaba al mismo tiempo que pujaba tal como le ensañaron en las clases prenatales. Apenas lograba ver la cabeza calva del doctor Ruiz entre sus piernas.
Un caballo entra a un bar
Un caballo entra a un bar y los presentes hacen todo por ignorarlo. Esta rutina se repite una y otra vez desde hace ocho meses, cuando apareció por primera vez. Los clientes se enfocan en sus bebidas, intentando ignorar el torpe ruido de los cascos mientras se desplaza lentamente. Algunos tragan saliva, otros comienzan a sudar. Escuchan cómo el caballo alcanza la barra, pero solo lo imaginan, pues no se atreven a mirar.