Tener la posibilidad de ir al cine y ver una película es algo que muchos agradecemos a la vida. Y es que pocas cosas en este mundo resultan tan placenteras como sumergirte en mundos ajenos que despiertan las más variadas emociones, aunque sea durante algunos minutos. Las tramas suelen atraparnos y nos adentramos tanto en las historias que, algunas veces inconscientemente, intentamos predecir el final de la película.
Ya sea que le preguntes a los fabricantes de prendas de vestir o a los dermatólogos amantes de la moda, la respuesta es unánime: sí, se debe lavar la ropa antes de usarla por primera vez. Para algunas personas, pocas cosas resultan tan placenteras como la sensación de ropa nueva. Brillante, sin arrugas y perfecta, parecería una ofensa simplemente arrojarla a la lavadora. Sin embargo, los expertos concuerdan en que es precisamente esto lo que debemos hacer con la ropa nueva.
Las cosas buenas siempre son bienvenidas. Sobre todo cuando se trata de propuestas novedosas para mejorar nuestra vida cotidiana, y mejor aún cuando no hay que perder tiempo para implementarlas. Es el caso de las siguientes ideas: resultan tan buenas que es inevitable imaginar el bien que le harían a nuestro cotidiano.
Se suponía que Internet vendría a revolucionar nuestras vidas y, hasta cierto punto, así lo hizo. Supuestamente haría las cosas más fáciles y acercaría a las personas alrededor del mundo. ¿Más fáciles? Un poco. ¿Acercar a las personas? Sí, pero no lo suficiente. Tal vez fue demasiado y muy rápido. Como sea, resulta un ejercicio divertido recordar lo sencillo que eran las cosas en el pasado, en una época antes de que se inventara la interwebs.
Hay quienes dicen “si los consejos fueran buenos, no se darían, se venderían”. Pero, desde mi punto de vista esta frase resulta contradictoria, pues no deja de ser un consejo, una alerta de que no debemos seguir todo aquello que nos dicen. Sí, creo que es un buen consejo, pero hasta el punto donde te hace reflexionar para no correr el riesgo de seguir todo aquello que te digan. Siendo así, lo único que resta es aquello que te inspira a sacar tus propias conclusiones.
En la actualidad, el estrés es uno de los grandes males en nuestra sociedad. Es suficiente con detenernos un instante para pensarlo un poco: ¿cuántos plazos debes cumplir antes de vacaciones?, ¿cuántas tareas debes terminar antes del viernes?, ¿qué cuentas se deben pagar antes que llegue la quincena? Todos los días, una cantidad considerable de pendientes abruma nuestra vida diaria, causando el aumento en la ansiedad, preocupación e intensos cuadros depresivos.
