Luego de la fase melancólica implícita en el fin de una relación amorosa, siempre surge el reencuentro… y no viene solo, trae consigo una propuesta que parece demasiado trillada: «¿Deberíamos volver a intentarlo?»
Es común gastarse largas horas del día a día en pensar lo que llevó a la finalización de una relación estable. Los motivos abundan en tu cabeza y recuerdas desde los detalles más tontos (el apodo ‘cariñoso’ que recibiste), hasta los más graves (finalmente te diste cuenta de que no eran compatibles y ni el tiempo logró mejorar eso). Algunos incluso se mantienen en una búsqueda constante por encontrar el error “crucial” que hizo que todo aquello se fuera a la basura. Generalmente, un six de cervezas o un par de drinks acompañan esta búsqueda. Y esto en realidad se debe a que los seres humanos necesitamos de una respuesta para todo, muy pocas personas quedan satisfechas con la idea de que la relación simplemente llegó a su fin y punto. Esto nos conduce a una visión post-terminación, pues en una terminación raramente ambas partes quedan satisfechas, es entonces cuando el más frágil aún guarda sentimientos por la ex e intenta mantener la famosa “Amistad” después del noviazgo.