Diversos personajes históricos negros o de otras etnias sufrieron un proceso de «blanqueamiento» a través del tiempo. Además de modificar su tez, los responsables también alteraron las facciones de los retratos en diversos medios. Cuando piensas en figuras como Jesús o Cleopatra, ¿qué es lo primero que se te viene a la mente? Probablemente el rostro de una persona blanca. Las cosas no siempre fueron así.
Alexandre Dumas.
Empecemos por el autor de El conde de Montecristo y Los tres mosqueteros, pues resulta más probable que conozcas la ascendencia negra del escritor. Thomas Alexandre Dumas, padre del famoso escritor francés, nació en Saint-Domingue (actual Haití) como hijo de una esclava negra y un marqués blanco. Llegaron a venderlo como esclavo en la infancia, hasta que su padre lo rescató para enlistarlo en el ejército francés donde se convirtió en un importante general.
Sin embargo, esto no evitó que Alexandre Dumas fuera víctima de racismo y lo representaran en diversas pinturas como un hombre de tez blanca.
En 2002, el presidente Jacques Chirac ordenó exhumar el cuerpo del escritor como una forma de enmendar estas faltas de la sociedad francesa. Desde entonces, Alejandro Dumas descansa en el Panteón de Hombres Ilustres de Francia junto a otros personajes históricos como Víctor Hugo y Voltaire. Chirac reconoció al racismo como causa principal para que no sepultaran a Dumas en ese lugar en 1870.
Carlota de Mecklemburgo-Strelitz.
Carlota de Inglaterra, reina consorte de Gran Bretaña e Irlanda durante el mandato de Jorge III (1768-1820), era negra. Sin embargo, las pinturas la muestran como una mujer blanca de rasgos europeos. El color lo heredó de su madre, Margarita de Castro e Sousa, que pertenecía a un clan negro de la Casa Real Portuguesa. De hecho, Carlota era descendiente directa de una africana amante del rey portugués Alfonso III.
Christian Friedrich Freiherr von Stockmar, un médico cercano a la realeza británica, describió a la reina Carlota como «poseedora de un auténtico rostro mulato«. Esto quiere decir que Carlota, además de figurar como la segunda consorte con más tiempo en el trono de Gran Bretaña, también es la primera descendiente africana que se convirtió en reina de Inglaterra.
Jesús.
La Biblia no contiene una descripción física del fundador del cristianismo. Sin embargo, entre los investigadores existe cierto consenso respecto a que el Jesús histórico, aquel ejecutado por los romanos en el siglo I, no era un hombre blanco.
Si nació en el territorio que actualmente pertenece a Israel, existen muchas probabilidades de que Jesús fuera un judío de piel oscura, como la mayoría de los habitantes de Oriente Medio en la época. A pesar de la evidencia histórica, las representaciones artísticas y cinematográficas lo muestran como un hombre blanco de rasgos europeos.
Cleopatra.
Es muy probable que en el imaginario popular el rostro de Cleopatra coincida con los rasgos de Elizabeth Taylor, actriz que la interpretara en la clásica película de 1963. Sin embargo, la verdadera Cleopatra era muy diferente a la actriz y tenía la piel más oscura.
Tras identificar las osamentas de la hermana menor de Cleopatra, un grupo de investigadores austriacos concluyó que la polémica gobernante probablemente tenía un origen étnico mixto. La notable belleza de esta mujer era una mezcla entre rasgos de antiguos egipcios, africanos negros y europeos blancos.
De Jesús se dice que descendía del linaje del rey David, el padre de Salomón, y David pertenecía a una rama de judíos que eran más claros que el resto. Hasta se dice que David era de cabellos dorados y ojos claros. Por lo tanto, aunque no fuera blanco caucásico, sí que era más claro que la mayoría de los judíos, aka, no era negro ni de piel oscura. Y, respecto a Cleopatra, aunque fuera reina de Egipto, todo el mundo sabe que era de procedencia griega, por lo que sí, era blanca. No es racismo, son datos.
Buen día a todos
¿De donde sacas esos datos?, porque ni los arqueólogos dicen que era griega, de hecho la realeza egipcia recurrían al incesto para mantener la «sangre pura».
A Jesus no solo le cambiaron el color, todos sus rasgos son totalmente diferentes
Como llego a contar alguna vez Ray Bradbury en el cuento «El otro pie», algún día el racismo terminará. Una vez que el hombre haya dejado de asesinarse a sí mismo, se dará cuenta de la hermandad que nos une como humanos.
Saluditos.