10 científicos perversos de la historia

Durante mucho tiempo, los científicos de una escuela u otra, han contribuido a importantes innovaciones en el mundo de la medicina, la química, la física, la biología, entre muchas otras disciplinas. La mayoría de estas obras han sido extremadamente útiles y han preparado el terreno para avances incluso mayores en diversos campos. Sin embargo, la moneda tiene otra cara…

muerte

… un lado más oscuro y egoísta que, de alguna forma, hace que estas mentes quieran acercarse más al mal que al bien. Descubrimientos que necesitaron de sacrificios humanos para alcanzar el conocimiento científico, algunos de los cuales nunca siquiera deberían haber pensado en descubrir. Esta es la lista de algunos de los científicos más perversos que la historia llegó a conocer. Seres sin escrupulosos que abusaron de la falta de ética científica, alegando que lo hacían por el “bien de la ciencia”.

10. Paracelso (1493-1541)

Paracelso

Paracelso nació en el pueblo de Einsiedeln, Suiza, en 1493. Su madre murió cuando él era todavía un niño, y algunos historiadores han especulado que podría haber sufrido un trastorno de humor o incluso que se había quitado la vida, aunque nadie sabe a ciencia cierta.

Las contribuciones de Paracelso en la toxicología, se basaron en gran medida en la astrología, además de ser bien conocido por ofrecer a la comunidad una amplia variedad de ideas útiles e innovaciones. Sin embargo, a pesar de toda su sapiencia, también pensaba que sería capaz de crear homúnculos – seres humanos pequeños. También publicó instrucciones para resucitar a un pollo muerto de sus cenizas, y dijo que un ser humano podría ser fabricado artificialmente. Cuando tomaba notas de sus ideas alquímicas, utilizaba códigos enigmáticos para mantener a los lectores no iluminados en la oscuridad, donde creía que debían estar. Para la creación de sus homúnculos, utilizó algunas partes de personas, incluyendo esperma y cabello… y algunas de sus recetas dejaban en claro que estas personas de las que extraía el material para el experimento precisaban estar VIVAS.

9. Dr. J. Robert Oppenheimer (1904-1967)

Robert Oppenheimer

Involucrado en el Proyecto Manhattan, un grupo muy responsable de la creación y el uso de la bomba atómica*, el Dr. Oppenheimer era un físico nuclear brillante. Oppenheimer afirmó estar horrorizado con el resultado del proyecto. Un compañero de trabajo, Victor Weisskopf dijo: “Él era intelectualmente e incluso físicamente presente en cada paso decisivo. Estaba presente en el laboratorio o en las salas de reuniones cuando un nuevo efecto era medido, cuando una nueva idea era concebida. No es que haya aportado con muchas ideas o sugerencias, lo hizo un par de veces, pero su principal influencia vino de otra manera. Era su presencia continua e intensa, que producía una sensación de participación directa en todos nosotros, creando un ambiente único de entusiasmo y desafío que invadió el lugar durante toda su estancia”.

 

8. Alfred Nobel (1833-1896)

Nobel

Descubriendo el uso de la nitroglicerina en su invención de la dinamita, Nobel le dio al mundo el uso masivo de explosivos mortales. Matando primero a su propio hermano, Emil, y a varios otros en un accidente de trabajo, el número de muertes futuras de su creación se contaría en centenas de millares. Eventualmente, utilizó su riqueza para financiar el Premio Nobel, para distraer a las personas de su invención.

Un buen día de 1888, Alfred Nobel se despertó y fue a leer el periódico. Abrió la página de obituarios y encontró un texto titulado “El rey de la dinamita“. Allí, el periódico afirmó que Alfred Nobel, el “mercader de la muerte”, el hombre que había construido una fortuna explotando cosas – y personas – estaba muerto. La noticia era errónea, por supuesto – Nobel, el millonario sueco de 55 años, en ese preciso momento en que leyó su propio obituario estaba más que vivo. Al escribir el texto, un periodista confundió el nombre de Alfred con el de su hermano Ludwig, que había muerto el día anterior.

7. Trofim Lysenko (1898-1976)

Trofim Lysenko

Aunque Lysenko no causó víctimas en masa, o cualquier crimen contra las personas, simplemente presentó una gran deshonestidad en la ciencia.

Lysenko tenía una personalidad oscura y fue un “dictador de biología” en los años 30 y 40. Fue director del Instituto de Genética especializado en las investigaciones agrícolas de la URSS. Sus resultados se basaron en muestras muy pequeñas, registros inexactos (fraudulentos) y la ausencia casi total de los grupos de control. Experimentó con semillas en temperaturas frías para aumentar la producción de granos. También afirmó que estos beneficios eran heredados por las generaciones futuras de granos.

Esta idea fue un ejemplo de la teoría hace mucho tiempo desacreditada de Jean Baptiste Lamarck, llamada “herencia de los caracteres adquiridos.” La idea dice que provocando cambios externamente en un organismo (como la pérdida de un dedo), se puede afectar a las generaciones futuras. Por esta teoría, un antílope estiraba su cuello para alcanzar las ramas más altas, hasta que terminó convertido en una jirafa. Esto suena como una broma de la genética y de nuestra comprensión actual de la molécula de ADN. Y de hecho, mucha gente pensó que era una broma muy cruel.

6. Dr. Jack Kevorkian (1928-2011)

Dr. Jack Kevorkian

Kevorkian es mejor conocido por defender públicamente el derecho al suicidio de un enfermo terminal (asistido por los médicos), y afirma haber asistido en su muerte a por lo menos 130 pacientes de esa manera. Arrestado en 1999, cumplió ocho años de su pena de prisión de 10 a 25 años por asesinato en segundo grado por el envenenamiento de Thomas Youk (1998), de 52 años, del condado de Oakland, Michigan. Independientemente de sus opiniones sobre la eutanasia, el hecho es que, Kevorkian hizo un juramento para salvar vidas, no para quitarlas. Pero eso es algo que bien de podría debatir.

 

5. Johann Konrad Dippel (1673-1734)

Johann Konrad Dippel

Dippel nació en el castillo de Frankenstein. Realizó vivisección a varios destinatarios. Trabajando con nitroglicerina destruyó una torre, pero también detectó el uso medicinal de la misma. En este periodo desarrolló un aceite animal, llamado aceite de Dippel, algunos creen que sería el Elixir de la Vida. Algunas versiones dicen que Dippel trabajó con cadáveres en un intento de traerlos de vuelta a la vida (la transferencia del alma de un cadáver a otro). Al igual que Paracelso, Dippel fue otro alquimista que intentó crear al homúnculo, un ser humano creado artificialmente mediante la alquimia, fecundaba huevos de gallina con semen humano y cubría el agujero con sangre de menstruación. Dippel murió en 1734 probablemente de un ataque al corazón, pero otros dicen que fue de envenenamiento.

 

4. Dr. Sigmund Rascher (1909-1945)

Sigmund Rascher

Rascher fue un científico despreciable en medio de los campos de concentración nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Rascher realizó varios experimentos médicos, incluyendo estudios de la hipotermia, en el que 300 individuos fueron utilizados contra su voluntad durante la prueba (un tercio de ellos murieron), en experimentos a grandes altitudes. En Dachau, Rascher también desarrolló las cápsulas de cianuro, que podían ser fácilmente ingeridas de forma intencional o accidental. Irónicamente, este se convirtió en el medio por el cual Himmler (amigo de Rascher) cometió suicidó, ingiriendo una cápsula de cianuro antes de su interrogatorio en relación con los crímenes de guerra.

 

3. Dr. Joseph Mengele (1911-1979)

Joseph Mengele

Mengele ganó notoriedad principalmente por ser uno de los médicos de las SS que supervisó la selección de los presos, determinando quien debía morir, que iba a convertirse en un trabajador forzado y quien iba para la realización de experimentos con seres humanos prisioneros en los campos, entre los cuales Mengele era conocido como el “Ángel de la Muerte“. En sus experimentos, inyectaba tinta azul a los ojos de los niños, unía las venas de los gemelos, dejaba a las personas en tanques de agua helada para poner a prueba su resistencia, amputaba miembros de los presos y recolectaba miles de órganos en su laboratorio.

 

2. Miembros del estudio de sífilis (1932-1972)

sifilis

El Estudio de la sífilis no tratada de Tuskegee fue un ensayo clínico llevado a cabo por el Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos (SPS) en Tuskegee, Alabama entre 1932 y 1972, en el que 399 sifilíticos afroamericanos pobres y analfabetas, y más de 201 individuos saludables para comparación, se utilizaron como sujetos en la observación de la progresión natural de la sífilis sin medicación.

Los pacientes que participaron no fueron informados de su diagnóstico o no dieron su consentimiento, se les dijo que tenían la “sangre mala” y que recibirían tratamiento médico gratuito, transporte a la clínica, comidas y la cobertura de los gastos del funeral.

Al finalizar el estudio, sólo 74 de los pacientes que participaron en el experimento estaban vivos, 25 habían muerto directamente de sífilis, 100 murieron de complicaciones relacionadas con la enfermedad, 40 de las esposas de los pacientes habían sido infectadas, y 19 de sus hijos habían nacido con sífilis congénita.

La denuncia del caso a la prensa por un miembro del personal significó el final del estudio. Como repercusión de este caso, varios institutos de ética médica y humana fueron creados. También se instituyeron programas de gobierno e indemnizaciones a los descendientes de los sobrevivientes de la experiencia.

1. Shiro Ishii (1892-1959)

Shiro Ishii

Ishii fue un microbiólogo y teniente general de la Unidad 731, una unidad de guerra biológica del Ejército Imperial Japonés durante la Segunda Guerra Sino-Japonesa. Nació en Vila Shibayama y estudió medicina en la Universidad Imperial de Kyoto. En 1932, comenzó sus experimentos preliminares en la guerra biológica como un proyecto secreto para el ejército japonés.

Algunas de las numerosas atrocidades cometidas por Ishii y otros bajo su mando en la unidad 731 incluyen: la vivisección de personas vivas (incluidas mujeres embarazadas), mutilación – a los prisioneros se les amputaban las extremidades y se les unían a otras partes del cuerpo – además de congelar y descongelar diversas partes del cuerpo para estudiar la gangrena resultante.

Los seres humanos también fueron utilizados en pruebas de supervivencia con granadas y lanzallamas. A los prisioneros se les inyectaron enfermedades, disfrazadas de vacunas, para estudiar sus efectos.

En medio de los efectos de las enfermedades venéreas no tratadas, los prisioneros masculinos y femeninos fueron deliberadamente infectados con sífilis y gonorrea a través de la violación, y luego estudiados. Ishii nunca pasó algún tiempo en la cárcel por sus crímenes. Murió a los 67 años debido a un cáncer de garganta.

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6 comentarios en «10 científicos perversos de la historia»

  1. A mi me parece que en la lista sobran Oppenheimer y Nobel. Oppenheimer siempre se arrepintió de haber colaborado en la creación de las armas nucleares y se acabó convirtiendo en un militante antinuclear. En cuanto a Alfred Nobel, la explosión que mató a su hermano menor fue provocada por la nitroglicerina (mucho más inestable y volátil), no por la dinamita, y precisamente inventó esta buscando una alternativa menos peligrosa.

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  2. Intercambio a Oppenheimer por Edward Teller. Oppenheimer pudo dirigir la creación de la bomba atómica, pero después pasó mucho tiempo tratando de regresar al genio a la botella. Ese esfuerzo tomo la forma de férrea oposición a la creación de la mucho más devastadora bomba de hidrógeno, y su colega en el Proyecto Manhattan Teller no sólo tomó con entusiasmo la estafeta de crear la bomba H, sino que apoyo las denuncias contra Oppenheimer por traición en las persecuciones macartistas de los años 50’s. Como lograr la bomba H no le alcanzo, siguió impulsando muchos programas armamentistas entre otros “la guerra de las galaxias” de la época Reagan que pretendía poner armas en el espacio y que felizmente no llego a buen término.
    Claro que hay mucha más complejidad, porque no todo es blanco y negro y al final cada quien tiene sus intenciones (aunque de las buenas esta cubierto el camino al infierno) escribia freeman dyson en “Trastornando el universo” sobre las motivaciones de cada uno: “Oppenheimer, como judío, tenía mucho que tener de Hitler. Teller, como húngaro, tenía mucho que tener de Stalin”
    Quedan sin embargo los que no se miden. Leí hace algunos años que los israelíes tienen una clase de bombas “humanitarias” – así les dicen – que no matan a la gente por exposición, pero si provoca que sus brazos y piernas se caigan, dejándolos vivos (no lo lei en un fanzine antisemita, sino en un periódico normal, y me parece que era columna de un célebre reportero especializado en Medio Oriente Roberto Fisk. ¿En serió existe eso, y si existe que había en la cabeza de quienes lo inventaron, y como llegaron a la conclusión que dejar a alguien lisiado de por vida es humanitario?
    En todo caso, la ciencia puede decirle a la política lo mismo que el reproche del Hombre del cigarro; “con tus mentiras matas a más hombres en un día que yo en toda mi vida”

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