Desde que fue publicado en Internet, el video de la mujer estadounidense acosada en las calles de Nueva York ha sido visto más de 21 millones de veces. Sembrada la polémica, la dama y la organización detrás de esta campaña están siendo el foco de atención de medios internacionales.
No encuentro la lógica detrás de estos videos estúpidos. Destruir un dispositivo que acaba de salir al mercado y luego mostrárselo a todo mundo pareciera una tendencia a la alza.
¿De qué se trata? ¿Una protesta contra el consumismo salvaje? Claro, grabada desde tu cámara HD y tu trípode de 200 dólares, ¿Una estrategia para llamar la atención y conseguir más dinero? Me parece algo plausible, ¿o acaso es pura estupidez? Aunque me inclino más por esta última.
Los chicos de Slackstory exploran, en un supercut, una de las grandes alegorías -casi un cliché- de anticlímax utilizada por los cineastas, para, en general, crear un sentimiento de decepción en el espectador: el beso interrumpido. Ahora dime: ¿cuántas veces en la vida real has visto a dos personas que casi se besan, pero se detienen en el último momento? ¿Nunca? Yo tampoco, pero en las películas: ¡pasa todo el tiempo!