El talento de Sam Buxton transformó las aburridas tarjetas de presentación en todo un arte 3D interactivo. Cuando decidió fabricar sus propias tarjetas en el año 2000, se propuso salir de lo convencional. Su mente artística no se contentaba con aquella uniformidad tan simple y excesiva, típica de las tarjetas impresas. Entonces decidió innovar.
