Stubbe Peeter

hombre lobo aleman

En un pueblo de Bedburg, Colonia, Alta Alemania; nace y crece Stubbe Peeter quien desde su adolescencia mostró actitudes malignas. Practicaba artes perversas desde la tierna edad de doce años hasta que murió. Todo ese tiempo disfruto en hábitos abominables de magia, nigromancia y hechicería, tuvo relaciones con espíritus infernales y demonios. Sin preocuparse por la salvación, se entrego en cuerpo y alma al diablo para tener una vida llena de placeres carnales. El no pidió al diablo riquezas o poder. Su mente era cruel y sangrienta, el deseaba satisfacer su maldad agrediendo a hombres, mujeres y niños convertido en algún animal. Esto le permitiría vivir sin el temor de ser reconocido.

El demonio pudo reconocer que Stubbe Peeter era un instrumento para destruir y dañar, le obsequio un cinturón que al colocárselo lo cambiaría en un lobo voraz. Una gran bestia y poderosa, sus ojos despedían por la noche chispas igual que las brazas. Tenía un cuerpo robusto, boca grande y amplia que mostraba dientes crueles y filosos. Al quitarse el cinturón, las garras se convertían en manos y recuperaba su forma humana.

Stubbe Peeter estaba feliz. Esta forma satisfacía su capricho y era de una naturaleza cruel y sangrienta. El regalo diabólico no le estorbaba pues era pequeño y se ocultaba con facilidad. Comenzó con sus crímenes, pues todo aquel que le desagradaba recibía sus ataques. Salía de la ciudad el hechicero, se transformaba en lobo y los atacaba, les abría la garganta y destrozaba el cuerpo.

Pronto comenzó a gustarle la sangre humana y sus ataques se volvieron su mayor placer. En muchas ocasiones paseaba por las calles y recibía el saludo de los amigos y familiares de aquellos que asesinaba con tanta crueldad y nadie sospechaba la verdad.

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Mitos de México colonial

Los mitos de México colonial son tan abundantes como ricos en historias. Al mezclar culturas tan diferentes con un folclore particular, en nuestro país surgieron toda clase de mitos y leyendas. Algunas de esas historias buscaban reforzar la reciente fe religiosa y otras se transmitían oralmente desde hacía cientos de años. En cualquier caso, todas tenían potencial para asustar hasta el más valiente.

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El anticuario

El anticuario

Don Ramón era un señor de edad avanzada que hasta hace algún tiempo vendía muebles antiguos en el barrio de La Lagunilla. Conseguía sus muebles en pueblitos y reparaba algunas piezas para venderlas; también reparaba muebles para los dueños originales. Entre semana trabajaba en su taller de la ciudad de México y los sábados y domingos vendía en su puesto.

En cierta ocasión llegó una ancianita y le dijo que tenía algunas antigüedades que quería le restauraran. Don Ramón aceptó visitarla para hacer un presupuesto y días después se presentó en una antigua casa en la colonia Roma. Valúo los muebles de la señora e hizo un presupuesto para lo que debía repararse. La señora dijo que no podía pagar esa cantidad, pero que en la parte alta de la casa tenía un ropero muy valioso con el cual podría cubrir el precio de sus servicios. Al anticuario no le agradó la idea de trabajar sin recibir dinero, pero sintió pena por la mujer y accedió a ver el valioso mueble. Don Ramón quedó muy sorprendido. Era un ropero de estilo barroco, de dos metros de alto, con adornos en hoja de oro y manijas de oro. Al frente tenía dos puertas adornadas con dos grandes lunas de buena calidad. El ropero se hallaba en buen estado y no tendría que hacerle grandes arreglos. Realizaría un buen negocio, o almenos eso creyó don Ramón. Durante el resto de la semana diariamente trabajó en la casa de la viejita. Le urgía terminar el trabajo para llevarse el ropero y venderlo el domingo siguiente.

Me platicó don Ramón que cada vez que iba a la vieja casa comenzaba con una picazón en todo el cuerpo, sentía mucho frío y percibía un olor como de ropa vieja, de humedad. No le dio importancia a esos detalles; se los explicaba como una posible alergia a los gatos que, suponía, habitaban en la casa de la señora, pues aunque nunca los había visto, sí los había escuchado maullar. Terminó el trabajo un jueves y al día siguiente llegó con su camionetita de carga para llevarse el mueble. La señora lo esperaba.

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La leyenda de Gorra Roja

Gorra Roja

Algunos de los castillos en ruinas que adornan la frontera entre Inglaterra y Escocia acogen a un inquilino tan siniestro como su pasado. Se trata de un maléfico duende, el más sanguinario de cuantos aparecen en el folclore británico, llamado Gorra Roja.

Gorra Roja (Redcap en inglés) es bajito y corpulento, y posee una larga melena de pelo gris. Parecería un inofensivo anciano de no ser por sus ojos, brillantes como ascuas, y porque en lugar de manos tiene dos garras como las de un águila. En los pies viste unas botas de hierro, a pesar de lo cual se mueve con gran rapidez, y a veces porta en su mano izquierda una vetusta pica digna de anticuario. Se cubre la cabeza con una gorra roja, cuyo color renueva tiñéndola periódicamente con la sangre de sus víctimas.

A Gorra Roja no se le puede combatir mediante las armas o en una lucha cuerpo a cuerpo, pues su destreza y su fuerza son tales que ningún humano es capaz de vencerle. Se le puede exconjurar, eso sí, recitando algunas palabras de la Biblia o mostrándole una cruz, como si fuese un vampiro. Entonces desaparece, dejando atrás uno de sus dientes, largos y afilados.

Según la tradición, durante la Edad Media, y por un corto periodo de tiempo, Gorra Roja sirvió como espíritu familiar al tiránico Lord William Soulis, quien a finales del siglo XIII intento hacerse con el trono de Escocia, conspiración que fue desbaratada por el legítimo rey y supuso el ocaso de la otra poderosa familia Soulis.

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El callejón de las manitas

El Callejón de las Manitas

Era el año 1780 cuando llegó a la ciudad de San Luis Potosí un sacerdote que avivado por el benigno clima del lugar decidió quedarse a radicar ahí. Al clérigo le fue fácil encontrar colocación como maestro en uno de los mejores colegios de aquel entonces, y aunque se le proporcionaba una manera digna de vivir allí mismo, decidió alquilar una casa en uno de los barrios más desolados del lugar que recibía el nombre de Alfalfa.

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Comercial censurado de Coca Cola

Ya sabemos que Coca Cola es líder en la creación de publicidad creativa y que siempre llega a donde quiere llegar con sus consumidores. El anterior video sigue la misma tendencia que «Razones para creer«, solo que con una filosofía basada en la experiencia de una persona muy anciana y la llegada de un ser …

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