El día 29 de septiembre de 1941, hace casi 75 años, tenía lugar en un barranco de Kiev, la ciudad capital de Ucrania, la infame masacre de Babi Yar, una de las más grandes ejecuciones sumarias de judíos y soviéticos perpetradas por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
Al comienzo, y solo entonces, podemos encontrar grandes diferencias entre cómo cuidan a sus hijos papás y mamás. Sobre todo cuando se opta por una lactancia materna, cuando los recién nacidos ocupan de toda la atención, una responsabilidad que generalmente cae en la madre más por razones culturales de una sociedad patriarcal que por cualquier otra cosa.
No lo voy a negar, los saltos en paracaídas, los saltos base y hasta las subidas a un edificio alto hacen que las piernas se me vuelvan de gelatina. Mi ligero miedo a las alturas provoca que ver esta clase de videos sea toda una experiencia.
Una experiencia, exactamente eso fue lo que sucedió cuando James Kingston, quien se describe a sí mismo como “aventurero profesional” (WTF!), subió a mano limpia hasta la cima del puente Moscú, en Kiev, junto a su amigo Mustang Wanted (que apodo tan original), dicho sea de paso: otro descerebrado, y una vez arriba, realizó un salto mortal hacia atrás.