Cuando escuchamos hablar del Mundial de Fútbol, a la mayoría de los que alguna vez disfrutamos de este deporte nos es imposible sentir cierto regocijo por un evento tan magno y lleno de alegría.
Pero decir Mundial de Fútbol es prácticamente el equivalente a decir FIFA, la organización cuya envergadura conserva los derechos totales del evento y que desde hace décadas ha estado en el ojo crítico de la prensa del mundo gracias a su forma prepotente de hacer las cosas y, principalmente, a la forma tan descarada de prostituir el festejo.