Los humanos han masticado goma de mascar (y sustancias parecidas) desde tiempos inmemoriales. Entre los registros más antiguos de esta práctica tenemos a la civilización griega, que masticaba almáciga obtenida a partir de la resina del árbol Pistacia lentiscus. La antigua cultura maya también consumió chicle, nombre con el que se denominaba a la savia del árbol chicozapote (Manilkara zapota), hace alrededor de un milenio.
Una horda de ex drogadictos sin mucho que hacer tienen una gran idea; agenciarse un tanque de helio de alguna globeria e inflar un montón de gomas de mascar para ver que sucede. El resultado es simplemente increíble.
Jason Kronenwald, un egresado de la universidad de Queens con una licenciatura en Bellas Artes, es un artista emergente con sede en Toronto donde produce lo que él ha denominado sus Gum Blonde Chewing Gum Portraits, que traducido al español seria algo como Retratos de rubias con goma de mascar. Jason mastica el chicle y posteriormente lo suaviza sobre madera contrachapada para la creación de tonos de pieles y los colores de pelo. Cada uno de los retratos de las rubias esta compuesto puramente de chicles no se utiliza ningun tipo de pintura en el proceso de creación.