A menudo, las prácticas de respiración controlada se emplean como herramientas para disminuir el estrés o impulsar el bienestar. Aunque el acto de respirar es algo común e involuntario, cambia por completo cuando lo hacemos concentrada y conscientemente. Y aunque solo se practique cinco minutos al día, una respiración controlada ofrece numerosos beneficios.
Cuando tienes el estrés encima, dejar de imaginar lo peor resulta extremadamente complicado. La mayoría sufrimos esto alguna vez en la vida, especialmente cuando se aproxima un evento importante. Imagina que mañana te citaron a las 9:00 a.m. para una entrevista de trabajo. Algunas personas consideran la clase de preguntas que les pueden hacer para prepararse. O imaginan un escenario donde todo sale bien.
¿Quieres reducir tus niveles de ansiedad? Siéntate y abraza una almohada que “respira” durante ocho minutos. Esta técnica resulta tan efectiva como la meditación guiada, según las conclusiones de un nuevo estudio. Actualmente, el mundo entero sufre una epidemia de ansiedad: esa sensación de alarma vinculada a sentimientos de angustia, tensión e inseguridad. Lo peor es que la condición puede crecer hasta volverse incontrolable, provocando un malestar significativo y/o enfermedad.
Tengo un examen el sábado y llevo dos horas estudiando sin parar. Hice mis cálculos, y creo que necesito sacar al menos 8.5 en este examen para que mi calificación global promedie el 8. Mañana tengo que trabajar, así que debo terminar de estudiar esta noche.
La misokinesia es un trastorno psicológico caracterizado por una fuerte aversión a movimientos pequeños y repetitivos de otras personas. Aunque no representa riesgo alguno de salud pública, es tan común que una de cada tres personas lo padece. Si estás en público y al observar a otro individuo ejecutando un movimiento repetitivo sientes molestia o irritación, probablemente sufres misokinesia.
El agotamiento profesional no es pereza ni berrinche, es una enfermedad. Quizá estás pasando por esto y no lo sabes. A veces, el estrés es culpable de todo un abanico de síntomas entre los que se incluyen mareos, nerviosismo, dolor estomacal, falta de apetito y cansancio. ¿Puedes imaginar lo terrible que sería vivir así todo el tiempo? O peor aún, ¿y si tu trabajo fuera la causa de todo esto?
