Algo genial sobre el mundo de los tatuajes es que no se mantiene estático, sino que cambia y se adapta a las tendencias. Mientras avanza el tiempo podemos apreciar tatuajes mucho más elaborados, al grado de que muchos cuerpos llevan estampadas verdaderas obras de arte.
El arte del tatuaje se diversifica todos los días en un cúmulo impresionante de técnicas, y realmente hay algunos estilos que jamás imaginamos llegar a ver marcados sobre la piel humana. Tal es el caso del puntillismo, un estilo de pintura creado en 1886 por los artistas franceses George Seurat y Paul Signac, cuya técnica consiste en formar imágenes a partir de la yuxtaposición de puntos.
Desde hace tres años el chino Chuan-Bin Chung trabaja como catedrático en el Departamento de Comunicaciones Visuales en la Universidad Shu-Te, en Taiwán. En lugar de realizar lecturas con sus alumnos, como lo haría cualquier maestro, Chung desarrolla los conceptos a través de detallados dibujos sobre el pizarrón.
Jordan Molina es un artista francés que suele utilizar el seudónimo de TutoDraw. El mayor talento de este sujeto es fabricar ilusiones ópticas increíbles en la palma de su mano, pinturas que resultan verdaderamente confusas.
La forma tradicional de hacer un tatuaje personalizado es concebir una idea, interpretarla mediante una conversación entre el cliente y el tatuador, pasarla a un bosquejo e irlo perfeccionando hasta que se transforme en la obra perfecta que el cliente quiere sobre su piel.
¿Recuerdan aquella famosa frase del Canaca, “¿Y qué? No he chocado”, cuando se le cuestionó sobre su estado etílico mientras conducía? Irónicamente, Guillermo López Langarica (su nombre real) murió a manos de una mujer ebria que lo atropelló con su automóvil, un ejemplo de que la muerte tiene un sentido del humor bastante ácido.
