Hay pocas personas que han dejado una huella en su vida como lo hizo el moje Hua Chi. Este devoto hombre se ha arrodillado para rezar tantas veces que las huellas de sus pies permaneces profundamente arraigadas y bien definidas en el piso de madera de su templo.
Hua, que tiene aproximadamente 70 años, ha llevado a cabo un estricto ritual diario de oración en el monasterio de la ciudad de Tongren, en la provincia de Qinghai, Chica, dura los últimos 20 años de su vida.