A doña Cecilia Giménez podríamos definirla como una artista amateur aventurera pues, con nada más que buenas intenciones, decidió darle una manita de gato a un fresco desgastado de Jesucristo ubicado en una de las paredes de la iglesia del Santuario de la Misericordia, en la pequeña comunidad española de Borja.