Maximiliano de Habsburgo (1832-1867).
LO BUENO: Monarquía liberal.
Maximiliano aceptó la corona del segundo imperio mexicano ante la adulación de los monarquistas mexicanos y apoyado por conservadores radicales y el clero. Contrario a lo que éstos esperaban, las políticas de Maximiliano se acentuaron en su contra: ratificó las leyes de Reforma, decretó la libertad de cultos y se negó a devolver los bienes a la iglesia.
A pesar de que nunca ofreció ninguna solución práctica para erradicar la situación de pobreza e ignorancia de la población indígena, ante ellos se mostró paternal, devoto y caritativo, llegó incluso a expresar que eran lo mejor que el país tenía.
LO MALO: Imprudentemente inepto.
Maximiliano entró a la ciudad de México en junio de 1864 mancillando la soberanía del país. Sabiéndose apoyado por las bayonetas francesas, tuvo el atributo de mostrar sin pudor su ineptitud y gobernar sin satisfacer a nadie; despilfarró las escasas rentas del erario y emprendía viajes al interior supuestamente para examinar de cerca la situación del país, o para a cazar mariposas, dejando a Carlota frente al gobierno.