El pozo de los sacrificios, un siniestro descubrimiento en Belice

En el medio de la noche un hombre despertó entre una multitud de gritos desesperados que rasgaban el silencio nocturno. Nuestro hombre, un tranquilo granjero menonita (una vertiente religiosa extremadamente conservadora) vivía al interior de Belice y llevaba una vida humilde teniendo que trabajar muy duro desde temprano. Los gritos helaban la sangre y evidentemente hicieron que se preocupara. Ordenando a su esposa e hijos que se atrancaran en casa, tomó un candil y salió con dos de sus perros para averiguar de dónde provenían los gritos. Los animales lo condujeron hasta un barranco tupido de grutas, y una vez allí empezaron a ladrar descontroladamente.

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