La historia de los juegos de azar es tan antiquísima como las primeras civilizaciones. En algún momento, hace miles de años, un humano aburrido modificó una roca, un hueso, una concha o un trozo de madera. A continuación, empezó a apostar con sus compañeros cual marca aparecería al lanzar el objeto. La actividad de la apuesta resultó tan placentera que nunca más la abandonamos.