En lo profundo de un exuberante bosque en Papúa Nueva Guinea, en Oceanía, habitan los Korowai. Una tribu que permanecía aislada del mundo moderno hasta hace relativamente poco tiempo. Los Korowai, cuya existencia se reveló al mundo en 1974, han vivido durante generaciones en armonía con la naturaleza. Con un estilo de vida y tecnología propios de la Edad de Piedra. Aunque, lo que destaca a este pueblo es la sorprendente revelación de una práctica ritual caníbal.
Escalar el Monte Everest no es un capricho que puedan permitirse los pobres. Tan solo el permiso para subir a la montaña más alta del planeta ya requiere un pago de miles de dólares. Además, si consideras la alta probabilidad de morir en el proceso, seguramente querrás un guía experimentado y asistencia… por si acaso. Bueno, contratar un buen servicio para este fin puede costar más de US$ 50 mil.
Situado en las profundidades de las montañas de Snowdonia en Gales, el “Hotel Deep Sleep” se construyó dentro de una mina abandonada. A una impresionante profundidad de 419 metros, convirtiéndose así en el hotel más profundo del mundo. El exclusivo complejo hotelero alberga cuatro acogedoras cabañas privadas con camas gemelas. Así como una espaciosa habitación con cama doble conocida como “Grotto”, que ofrecen área de comedor y servicios.
Bach Long es el puente de vidrio más largo del mundo, atracción turística con la que Vietnam busca recuperarse del Gran Confinamiento. Está suspendido a 150 metros del suelo, tiene 632 metros de largo y soporta 450 personas simultáneamente. El nombre de este puente significa Dragón Blanco en español, y es un destino que fascinará a los amantes de las alturas y paisajes espectaculares.
A tres semanas de su lanzamiento, el video titulado “Danny MacAskill: The Ridge” (Danny MacAskill: La Cumbre, en traducción libre) está por alcanzar las 19 millones de visualizaciones en YouTube.
Él es William Passman y a pesar de casi tener 60 años, este hombre no se olvida de su sueño de juventud de viajar por los cuatro rincones del planeta.
En 2006, William decidió tirar por la borda su empleo como abogado para dedicarse a conocer el mundo, viajando a Europa, África, América del Sur, Australia y la Antártida. Y encontró una peculiar manera de recordar los países que había visitado, “marcándolos” en su espalda.