De no ser que lo mantengan como un secreto bien guardado, los animales ignoran por completo concepto alguno de la física. Si llegan a caer desde la rama de un árbol y chocan con el suelo, no saben que la culpable es de la gravedad.
Pese a esta supuesta desventaja que implica desconocer los motivos de su dolorosa caída, los animales dominan algunas leyes universales de manera que la ciencia está muy distante de comprender por completo.