Prometeo

Dentro de la mitología griega, Prometeo fue el titán que creó a los humanos valiéndose del agua y la tierra. Es el hijo de los titanes Tetis y Jápeto (aunque algunas fuentes señalan que su madre fue Climena, la hija del titán Océano), hermano de Epimeteo, Atlas y Menecio; y es padre de Deucalión.

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La diosa Atenea lo instruyó en astronomía, matemáticas, arquitectura, navegación, medicina y metalurgia, y Prometeo transmitió este conocimiento a los seres humanos. Zeus, el líder de los dioses griegos, se puso furioso con Prometo por haber enseñado a los humanos a ser más poderosos, a través de la enseñanza de todas esas habilidades tan útiles.

Cuando los dioses eligieron a Prometeo como el árbitro de una disputa, este engañó al crédulo Zeus, haciéndolo elegir las peores partes de un toro sacrificado, escondiéndolas bajo una capa rica en grasa. Como castigo a Prometeo, Zeus les retiró el fuego a los hombres. “Déjalos que coman su carne cruda”, ordenó. Como respuesta, Prometeo fue hasta el Monte Olimpo, encendió una antorcha del sol, y ocultó un trozo de brasa en un tallo hueco. Huyó con este trozo de carbón y, de esta forma, restituyó el fuego a los humanos.

Como una forma de venganza Zeus intentó, sin éxito, engañar al hermano de Prometeo, Epimeteo, para que aceptara a una hermosa, pero traviesa, Pandora como un obsequio. Epimeteo, consciente de un consejo previo de su hermano, lo rechazó. Después que sus artimañas fallaron, y con una inmensa ira por todos los atropellos cometidos contras él, Zeus atrapó a Prometeo encadenándolo a un pilar en las montañas del Cáucaso. Los buitres (águilas en algunas versiones) devoraban el hígado de Prometeo todo el día. Y durante el frío nocturno de la montaña, su hígado se regeneraba.

Así pasaron los días y los años. Epimeteo se casó con Pandora, en un inútil esfuerzo por liberar a su hermano. Pandora – tan malvada como hermosa – abrió la famosa caja en que Prometeo había sellado todos los males que afligen a la humanidad, entre ellos: el trabajo, la vejez, la locura, las enfermedades, la inmoralidad y el sufrimiento; dejando solamente la esperanza dentro. Sería hasta varios años después, por órdenes de Heracles (Hércules), que Zeus liberó a Prometeo, bajo la condición de que otro tomara su lugar en el castigo, acto que fue ejecutado por Quirón, el rey de los centauros. Según Hesíodo, Prometeo se liberó una vez que Heracles abatió al ave que lo devoraba para después romper sus cadenas.

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