People Who Eat Darkness, la verdadera historia del terror oculto en Japón

Un extraño en un lugar extraño. Ese es el sentimiento que predomina en la mayoría de personas que van a vivir a Japón. Aunque pasen años mezclándose en la cultura nipona, el estigma del gaijin (término del idioma japonés reservado para referirse a un extranjero) jamás los abandona. Japón tiene una cultura muy diferenciada, incluso entre los países asiáticos, y el choque cultural se vuelve algo constante para la mayoría de los inmigrantes, al grado de poder manifestarse como una especie de sensación opresora.

People Who Eat Darkness The True Story of a Young Woman portada libro

A pesar de esto, debido a sus bajos índices de criminalidad y a la fama de su economía pudiente, Japón sigue siendo atractivo para una gran cantidad de personas alrededor del mundo. Un lugar donde todos sienten seguridad al caminar en las calles a cualquier hora del día y la noche. Una sensación de seguridad que provoca que aquellas precauciones que generalmente se toman en los países de origen sean ignoradas, contribuyendo a que sucedan tragedias como la de Lucie Blackman, parte central del libro- reportaje People Who Eat Darkness: Love, Grief and a Journey into Japan’s Shadows, escrito por el periodista británico Richard Liyod Parry.

“En un extremo, el mizu shobai incluía la geisha, mujeres artistas de excepcional habilidad y refinamiento encontradas en las habitaciones más tradicionales de Kioto y Tokio; en otro, había clubes de tortura y sadomasoquismo, donde se vendía la degradación más violenta. Entre un punto y otro se extendía un conjunto de espacios accesibles o exclusivos, que iban de la vulgaridad a la elegancia, de lo barato a lo muy caro”.

 

El devorador de sombras.

En el año 2000, una joven de 21 años llamada Lucie dejó su empleo como comisario de a bordo en una compañía aérea para, en compañía de una amiga de la infancia, realizar un viaje a Japón, donde planeaba laborar durante algunos meses. Ambas consiguieron un empleo como hostesses en bares de Roppongi, una popular región bohemia en Tokio. El trabajo consistía en servir de entretenimiento a los clientes de estos bares, prolongando su estadía en el establecimiento y promoviendo su consumo, manteniendo una relación estrecha, aunque no sexual, incluyendo encuentros particulares en restaurantes.

Tras algunos meses de trabajo, Lucie desapareció tras salir con un misterioso cliente de la casa nocturna donde laboraba. Pasaron siete meses y no se tuvo ninguna noticia de su paradero, a pesar de las investigaciones presionadas por la familia y los medios, e incluso con la intervención del entonces primer ministro de Inglaterra, Tony Blair, llamando la atención del mundo y poniendo en jaque la famosa eficiencia de la policía japonesa.

Lucie Blackman
Lucie Blackman (izquierda)

“Ninguna otra cultura ha empleado tanta imaginación y creatividad como los japoneses para encubrir el sexo de pago, una respuesta a las leyes débiles e inaplicables contra la prostitución en la nación. El único acto totalmente ilegal es percibir una remuneración por la relación sexual convencional entre hombre y mujer. Toda otra clase de práctica, en todas sus formas, es permitida”.

 

La investigación de Richard Parry.

Richard Parry hace una reconstrucción cuidadosa de los hechos, relatando partes de la infancia de Lucie Blackman y su convivencia con la familia, pasando por sus primeros empleos, relaciones, su motivación para ir a Japón a trabajar de forma ilegal, las dificultades que encontró los primeros días en un país radicalmente distinto, su desaparición, las investigaciones y finalmente el descubrimiento de lo que sucedió, haciendo una conexión entre estos hechos con la historia de Japón y su beligerante relación con sus vecinos.

En la época de la desaparición, Parry ya tenía algún tiempo viviendo en el país, como corresponsal extranjero de periódicos británicos, por lo que ya estaba familiarizado con las sutilezas de la cultura nipona, como el funcionamiento de la vida sexual nocturna japonesa y sus denominaciones, demasiado complejas como para que un occidental perciba todas sus sutilezas.

“El secreto de la profesión de hostess es actuar como si se tratara de un juego, para ellas y para ellos. Las mujeres intentan conseguir dinero sin la intención de dar nada a cambio. Y los hombres intentan llegar lo más lejos posible, sin dar nada más allá de lo que pagarían en el club”.

 

Joji Obara.

En algunos momentos los relatos sobre la vida de la víctima y el drama vivido por la familia tras su desaparición parecen demasiado largos y hasta innecesarios; sin embargo, el destino de Lucie se revela a mitad del libro, donde el autor empieza a desentrañar la figura del millonario Joji Obara, un depredador sexual que desde hacía décadas actuaba en Tokio, violando mujeres de todas las nacionalidades, y llegando a causar la muerte de algunas de estas.

“Tras una serie de escándalos, la policía japonesa se enfrentaba a su crítica más feroz desde hacía décadas. A lo largo de todo el país, los policías empezaron a ser expuestos por abuso sexual, soborno, chantaje, posesión de drogas, agresión y negligencia profesional”.

Para aquellos que encuentran fascinantes los rincones de la cultura nipona, People Who Eat Darkness resulta muy revelador sobre el comportamiento sexual de los japoneses, el funcionamiento del sistema jurídico, los métodos de investigación policial y hasta la historia reciente del país, en los momentos previos y posteriores a la Segunda Guerra Mundial, tratando de integrar explicaciones para determinados comportamientos que posiblemente contribuyeron para que hombres como Obara pudieran moverse libremente por el país durante tanto tiempo sin que las autoridades hicieran algo por detenerlos.

joji obara
Joji Obara (al centro).

Se trata de una historia real cargada con todos los elementos que darían origen a un thriller cinematográfico eficiente, repleto de pistas falsas, lugares sombríos, personajes misteriosos y actitudes controversiales, terminando con un drama de tribunal con resultados totalmente inesperados y concluyendo con las consecuencias de los acontecimientos en la vida de todos los involucrados.

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7 comentarios en «People Who Eat Darkness, la verdadera historia del terror oculto en Japón»

  1. Los japoneses están bien enfermos –bueno, al menos los que lo están, para no generalizar– y hay varias razones para ello.Casos de brutalidad los tenemos todos, aquí en China, pero sin duda ellos brillan por su refinamiento. Siglos de actitud sumisa y pasiva y una nueva generación millenial tímida y retraída no podía provocar otra cosa. Que las personas sean cada vez más incapaces de establecer lazos humanos no significa que no los deseen. De la misma forma, que un individuo parezca asexual no significa que lo sea. Al final, nosotros también vamos para allá. Disminuirán los casos de ¿acoso? como chiflidos y demás, pero los que ocurren se harán más espeluznantes. Ya está pasando.

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