Leonarda Cianciulli, la jabonera de Correggio

Leonarda Cianciulli nació en la ciudad de Montella, Italia el 14 de abril de 1894. Tuvo una vida difícil, cuando era muy joven intentó suicidarse en dos ocasiones. En 1917 contrajo matrimonio con Raffaele Pansardi, sus padres no aprobaron el matrimonio y según Leonarda, su madre la maldijo por esto. Y aunque la maldición de su madre no fuera más que una leyenda, para Leonarda no resultó así.

Leonarda Cianciulli

Su matrimonio fue un completo tormento, comenzando con su marido Raffaele que abandonó la oficina de registro donde laborara y se hizo alcohólico. La pareja se mudó en 1921 a Lauria, donde Cianciulli fue imputada por cargos de fraude y encarcelada en 1927, una vez que cumplió su sentencia y quedó en libertad, el matrimonio volvió a cambiar de residencia, esta vez a Lacedonia. Ahí, su hogar fue destruido por un terremoto en 1930, por lo que tuvo que moverse nuevamente, esta vez a Correggio, el lugar donde Leonarda adquirió su imagen de mujer agradable, madre cariñosa y excelente vecina.

cianciulli_ilustracion

De los diecisiete embarazos que tuvo durante su matrimonio, Leonarda perdió a tres hijos debido a abortos espontáneos, diez más fallecieron cuando eran muy pequeños. Motivada por estos trágicos sucesos, se convirtió en una madre sobreprotectora de sus cuatro hijos restantes.

Cianciulli era una mujer que creía en las supersticiones y sus temores fueron avivados por qué alguna vez un adivinó le advirtió que se casaría y tendría hijos, pero que todos terminarían muertos. Cianciulli también dijo haber visto a otro gitano que practicaba la lectura de mano, este hombre le dijo que la veía en su futuro como una anciana presa en un asilo criminal. La superstición de Cianciulli parece haber influido mucho en su vida, pues la mujer hizo todo lo posible para que ese futuro se cumpliera.

En 1939, cuando supo que Giuseppe, su hijo favorito, se quería enlistar en el ejército italiano para pelear en la Segunda Guerra Mundial, decidió que su obligación era protegerlo a toda costa. Quizá influenciada por la maldición de su madre y por la declaración del adivino, Leonarda concluyó que esa seguridad para su hijo requería de algunos sacrificios humanos que rompieran su mala suerte a través de un ritual. En esta época comenzaron los asesinatos, cuando puso la mira en tres mujeres en la mediana edad de su vecindario. Algunos informes señalan que Leonarda se había autoproclamado como adivina, y que algunas de estas mujeres la visitaban para buscar ayuda; otros dicen que simplemente eran amigas suyas en búsqueda de algún consejo. Pero en su mente, Cianciulli dio inicio a un plan para asesinar a estas tres mujeres.

Victimas-Leonarda

La primera víctima de Leonarda fue una mujer llamada Faustina Setti, una solterona de toda la vida, persuadida bajo la promesa de un buen partido en la ciudad de Pola. Leonarda le pidió que no dijera a nadie sobre el tema y también la persuadió de escribir cartas y postales a amigos y familiares; mismas que serían enviadas cuando llegara a Pola, todo esto no era más que para decirles que se encontraba bien.

El día de la partida, Leonarda preparó una copa de vino con un somnífero y se la dio a Setti. Una vez que la mujer perdió la conciencia la mató de un solo hachazo y la arrastro hasta un armario. Ahí la descuartizó en nueve partes. Según las propias palabras de Leonarda:

“Coloqué los trozos en una olla, usé siete kilogramos de soda caustica, la misma que usaba para hacer jabón, lo mezclé hasta disolver, era una papilla espesa, oscura que vertí en varios recipientes y después arrojé a una fosa séptica. Había guardado toda la sangre en una vasija, esperé hasta que se coaguló, la metí al horno, la molí y mezclé con harina, azúcar, huevo, chocolate y mantequilla para hacer unas deliciosas galletas para el té. Hice un montón de galletas crujientes que después serví a mis visitas, aunque Giuseppe y yo también comimos”.

Algunos informes también señalan que Cianciulli llegó a recibir unas 30,000 liras de Setti como pago por sus servicios.

Francesca Soavi y Virginia Cacioppo fueron la segunda y tercera víctima. Para ambas, Leonarda utilizó el pretexto de que conocía a personas importantes y que les podía conseguir buenos empleos. Para las dos mujeres utilizó el mismo modus operandi, las citó el día de su partida, las drogó, las asesino, las disolvió y convirtió su sangre en diversos alimentos.

leonarda-cianciulli-museo

Hasta la fecha no se sabe si Leonarda llegó a hacer algún tipo de ritual para librarse de la maldición de su madre. Pero una cosa es cierta, parece que ninguna de sus acciones funcionó. La policía descubrió sus crímenes y Leonarda Cianciulli fue condenada a 30 años de cárcel y a otros 3 años en un asilo criminal, tal y como había predicho el gitano.

“… jamás nos imaginamos de lo que era capaz, ella aparentaba ser una tranquila señora fabricante de jabón casero de la comunidad local, pero solo aparentaba…” Declaró un vecino de esta asesina serial.

Con apenas tres víctimas, Leonarda Cianciulli se considera una de las asesinas más frías y calculadoras de la historia. Una mujer sombría y macabra, una verdadera dama de la muerte.

Quizá te interesa:

5 comentarios en «Leonarda Cianciulli, la jabonera de Correggio»

Deja un comentario