¿Las vacunas son malas, se deben evitar?

Cuando llega el invierno también arrancan las campañas de vacunación contra la influenza estacional y, con ellas, llega la paranoia de algunos: ¿La vacuna es mala? ¿No me va a enfermar? ¿Y el Mercurio? Como las autoridades sanitarias lo reafirman todo el tiempo, el riesgo de efectos secundarios siempre está presente, como en cualquier tipo de medicamento. En el caso específico de la vacuna contra la influenza estacional, los más comunes parecen ser fiebre, secreción nasal y cefalea.

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Por mi parte, me cuestiono cuánto de todo eso no es más que puro sesgo cognitivo – la persona se aplica la vacuna, algún tiempo después pasa por algún malestar típico de la estación y, retroactivamente, termina asociando eso con la vacunación, incluso sin motivos. Y también tenemos el efecto nocebo: la simple expectativa de que algo puede hacerte mal, en ocasiones, termina por generar malestar o un efecto adverso real. Las reacciones alérgicas a las vacunas son raras, con incidencias estimadas de un cada por cada millón de aplicaciones.

La desconfianza en relación a las vacunas es una especie de vaivén a lo largo de la historia. El episodio actual es relativamente reciente. Hace dos décadas, la vacunación (principalmente la infantil) era vista, casi de forma generalizada, como un beneficio y una necesidad, por buenas razones. La erradicación de la viruela y la virtual erradicación global de la polio son el resultado directo de la aplicación de vacunas.

La vacunación a gran escala genera una “inmunidad de manada”, en la que incluso las personas que no han recibido la dosis resultan beneficiadas, ya que los miembros vacunados de la comunidad crean una barrera que las enfermedades no logran atravesar.

Sin embargo, dicho efecto se ha venido diluyendo. A comienzos de este año, un brote de sarampión tomó por sorpresa a los visitantes de Disneyland en los Estados Unidos, esparciéndose hasta Canadá. En todo el mundo, cada vez más médicos ven a niños sucumbir ante enfermedades que, gracias a décadas de vacunación, parecían relegadas a la historia.

Esto sucede por qué una mezcla de temor e ideología “naturalista” ha llevado a los padres, paradójicamente en familias con poder adquisitivo, a decidir no vacunar a sus hijos. A comienzos de la década del 90, gracias a dos pequeñas iglesias evangélicas cuyos fieles se rehusaron a vacunar a sus hijos, la ciudad de Filadelfia pasó por una epidemia de sarampión que alcanzó a 1400 personas. Nueve niños terminaron muertos. Y esa crisis puede atribuirse con toda seguridad a la ignorancia y el fanatismo religioso. Hoy, las crisis se generan por otro tipo de fanatismo, donde la ignorancia se disfraza de sofisticación New Age.

La paranoia anti-vacunación en vigencia tuvo sus inicios en 1998, cuando la revista médica The Lancet publicó un artículo que sugería una hipotética relación entre la vacuna MMR – para el sarampión, las paperas y la rubéola – y el autismo. En los años posteriores, el artículo fue desenmascarado como un completo fraude. The Lancet se retractó y al autor, Andrew Wakefield, le retiraron la licencia para ejercer la medicina. Pero el daño ya estaba hecho.

Después vino la confusión del tiomersal. Es el llamado “conservante de mercurio”, que a veces es la causa de memes histéricos en Facebook. La sustancia se emplea en algunas vacunas desde la década de los 30, sin ningún efecto adverso conocido. El mercurio del tiomersal comprende una molécula orgánica llamada etil-mercurio. La forma tóxica es otra, el metil-mercurio. La diferencia química es la misma que existe entre el etanol (el alcohol presente en el vino y la cerveza) y el metanol (un alcohol de alta toxicidad que puede provocar ceguera e incluso la muerte).

Cuando el gobierno estadounidense decidió cambiar la tecnología empleada en sus vacunas y retirar el tiomersal de la fórmula, en 1999, lo hizo justo en medio de la ola de terror impulsada por Wakefield, y empezó la desconfianza. Teorías de conspiración, rumores y desinformación se extendieron como fuego en un reguero de pólvora.

Bajo presión, el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos realizó varias investigaciones sobre la relación entre el tiomersal y al autismo, todas con resultado negativo. Un estudio específico comparó la tasa de autismo en Dinamarca antes y después de que los padres dejaran de usar el tiomersal – hecho que sucedió en 1992 – y determinó que se mantenía en los mismos índices que antes.

Nada garantiza que las vacunas sean 100% seguras. El tiomersal, por ejemplo, solo se empleó como conservante después que un lote de vacunas, contaminadas por bacterias, matara a un grupo de niños. Pero resulta indudable que la primera (y hasta ahora única) enfermedad en desaparecer por completo de la faz de la Tierra, la viruela, solo se erradicó gracias a las vacunas – y muchas otras ya podrían haber seguido el mismo camino.

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5 comentarios en «¿Las vacunas son malas, se deben evitar?»

  1. HAY SI EL BUSCADOR DE LA VERDAD…EL MAGUFO…….Es muy cierto, las vacunas no son 100% seguras, siempre habrá alguien que pertenezca a ese porcentaje que no le es efectiva la vacuna o por el contrario provoque una reacción en cadena en su organismo, al menos no he sido parte de ese porcentaje y espero que mi linaje no se afectada también. Pero bueno no espanten a la banda….quimiofóbicos

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  2. esta de pensarse, porque por ejemplo los niños que murieron hace poco al ser vacunados y el imss en lugar de hacerse responsable dijo que ellos se habian infectado o contaminado con no se que… o por ejemplo el sida un virus de diseño creado artificialmente, y que las primeras personas infectados fueron infectadas precisamente con vacunas de viruela, y dentro escondido hiba el sida, esto fue a casi mediados del siglo pasado, al final bien puede ser un juego de azar que igual puede tener escondido algo y no puede tener nada, tambien conozco personas que y ellas mismas me lo dijeron, que antes de vacunarse no se enfermaban y ahora cada año se enferman y enferman despues de la vacuna, yo en lo personal no me vacuno y es muy raro que me enferme, la ultima vez que me enferme de gripa o algo parecido fue hace como año y medio…

    sobre lo de la vacuna que tenia escondida el virus del sida no me crean yo llegue a esa conclucion despues de leer y leer e investigar un par de años y conectar los datos entre si, es mas bien una conclucion personal,

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  3. Como bien dice el artículo, la paranoia e ignorancia de las masas es la que está haciendo surgir enfermedades que se consideraban erradicadas. Desde hace uno años está la moda de evitarlas por el conservador a base de mercurio.
    En lo referente al autismo, puedo afirmar que es un enigma sin respuesta hasta ahora, hay algunas teorías que afirman que estos niños son el resultado de la evolución humana sobre todo por el incremento exponencial de niños que van naciendo con esta característica. Lo que es un hecho, es que tiene un origen genético, no es por factores externos y esto se ha comprobado con estudios en recien nacidos. La confusión generalizada es que los genes que generan el autismo activan los síntomas hasta unos meses después del nacimiento, por esta razón son típicos los testimonios de padres que afirman que sus hijos estaban “bien” pero después del año se empezaron a desconectar de su entorno o perdieron el lenguaje. Por tanto le echan la culpa a las vacunas o lo que les haya comentado la comadre o la amiga de un conocido…

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