La ciencia y arte de tirar ‘gases’

Robert Provine, neurocientífico, estaba estudiando la risa cuando uno de los voluntarios que se reía demasiado fuerte … simplemente dejó escapar unos gases. Con total apego científico, en lugar de eliminar la grabación, Robert decidió ahondar en este asunto y, por añadidura, ‘aspiró’ otros temas relacionados de alguna manera.

flatulencia

El resultado fue un libro, “Curious Behavior: Yawning, Laughing, Hiccuping, and Beyond” (“Comportamiento Curioso: bostezar, reír, llorar, y más allá”, en una traducción libre), donde se analizan diversos temas que la ciencia “seria” tiene descuidados (según él).

La flatulencia ha generado bromas, folclore, etiqueta, e incluso ha sido prohibida por la ley, pero poco se ha estudiado de ella. Hipócrates (460-377 aC) llegó a la conclusión de que los gases eran una enfermedad, y recomendó liberarlos. La medicina moderna está de acuerdo con él, teniendo en cuenta que la retención de gas es un factor importante en la enfermedad diverticular. Que tiene un alivio, ya que una persona promedio libera 13 flatulencias al día.

Entre los que se han dedicado a escribir con humor sobre ella, tenemos a Geoffrey Chaucer, Benjamin Franklin y Mark Twain. Aristófanes incluyó bromas sobre ello en su obra “Las Nubes”.

Los romanos tenían una ley que prohibía tirarse pedos en lugares públicos, tal ley quedó suspendida durante el reinado de Claudio, el más flatulento de los emperadores. Y ahora algunos incluso murieron a causa de un “pedo”: Pu Sao, un polinesio de Tikopia estaba tan avergonzado de haberse peído delante del jefe, que se suicidó empalándose así mismo en una palmera.

En Chagga en Tanzania el castigo al pedo es menos grave, pero le dará tela para manga con las feministas. Si un esposo se tira un pedo, su esposa tiene que fingir que fue ella, y someterse a la censura. Si no cumple su obligación de esposa, tiene que pagar tres barriles de cerveza.

El origen del gas que da a la ventosidad su poder ha sido objeto de mucha discusión. Plinio el Viejo (23-79 dC) pensaba que la lechuga evitaba la flatulencia, pero los ajos, puerros y cebollas las causaban. Ya Demócrito (460-370 aC) prohibió los alimentos con nabos, creyendo que estos eran los causantes de la flatulencia.

Hoy en día se sabe que el 99% de gas intestinal se compone de nitrógeno, oxígeno, dióxido de carbono, hidrógeno y metano, pero todos los gases excepto el oxígeno y el nitrógeno, son consecuencia de procesos del intestino en sí. Curiosamente, ninguno de estos gases apesta: el olor del pedo es un resultado de otros gases producidos por las bacterias intestinales.

Y para cualquiera que haya visto o participado en el extraño “ritual” de encender pedos, el metano es el responsable de la llama azul, las enormes llamas amarillas que aparecen en las películas de Hollywood son un efecto especial. Sin embargo, sólo un tercio de la población puede generar niveles de metano que hacen la veces de combustible.

En un tono más serio, un intestino lleno de gas puede ser fatal, por lo menos para un paciente que fue sometido a una cauterización de un pólipo. Una chispa provocó la explosión de su intestino, golpeando el colonoscopio y rasgando un agujero de 15 cm en el intestino grueso del paciente.

Tragedias aparte, en su libro Robert Provine también cuenta con las hazañas del francés Joseph Pujol, que tenía la curiosa habilidad de succionar aire con el recto y luego soltarlo con la fuerza suficiente para apagar una vela a 30 centímetros de distancia. En un acto presentado por él, Pujol imitaba los pedos de varias personas – una niña, una madre, una novia antes de la noche de bodas (pobres) y después (fuertes), ropa siendo rasgadas, un cañón de tiro y una tormenta eléctrica.

También fue capaz de fumar un cigarrillo y tocar flautas con el recto. Además de todo esto, Pujol podía imitar sonidos de animales, como un gallo, un cachorro de perro, un perro que tenía la cola atrapada en la puerta, un búho, patos, abejas, gatos, ranas, cerdos, y los instrumentos musicales como el violín, contrabajo y trombón. Su actuación más aclamada fue tocando “La Marsellesa”.

Esta última presentación llevó al científico a preguntarse si no sería posible utilizar al recto como instrumento de expresión, después de todo, faltaría solo tracto vocal, ya que el resto está ahí: un fuelle para el aire, que se pliega para crear vibraciones. Esperamos fervientemente que nadie intente esto.

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5 comentarios en «La ciencia y arte de tirar ‘gases’»

  1. quien en su vida no se ha echado no solo uno sino una serie despues de comer tacos de 5 x 15 del metro chapultepec y viajar a san lazaro en hora pico? y todos con cara de no mams…..

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