Soy jurado en un caso muy extraño – parte II

Bien, en la última publicación que hice, algunos empezaron a quejarse por el hecho de que soy un jurado y estoy publicando datos sobre el caso en Internet. El punto es que no estoy aquí para obtener opiniones sobre el caso. Soy totalmente imparcial en lo que refiere al juicio de John Willis. Toda la información que publico es solamente una base para que tengan una visión general de lo que está sucediendo. Lo que me tiene realmente preocupado y perturbado son las cosas que han sucedido fuera del tribunal desde que el juicio inició. Así que, por favor, si vienes a contestar por eso, pierdes el tiempo.

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Además, el caso de John Willis se está desarrollando en una ciudad relativamente pequeña, por lo que no está recibiendo la cobertura mediática. Ni siquiera los periódicos locales están siguiendo el caso. Regresemos a lo que verdaderamente importa. Tuve que acudir al supermercado la tarde del sábado, y cuando me disponía a abrir la puerta de mi automóvil, me encontré con que tenía las manos cubiertas con el polvo negro, como si hubieran estado en la parte trasera sobre el escape.

Camino al supermercado, pude escuchar algo moviéndose en el asiento trasero. Evidentemente, aquello me aterró bastante, pero como conducía en la autopista, se me hizo algo imprudente detenerme a ver lo que era. Miré por el espejo retrovisor y no vi nada. Sólo para asegurarme, eché un vistazo rápido por encima de mi hombro y… bueno, no estoy seguro de lo que vi. Había algo ocultándose bajo una capa negra. Pegué un grito y miré hacia el frente, por poco y me estrello con el parachoques del auto que iba frente a mí. Me recompuse y volví a mirar atrás, pero sólo había una pequeña montaña de polvo negro sobre el asiento.

Fui y regresé del supermercado sin ningún otro incidente, pero me mantuve revisando el asiento trasero cada 10 segundos de regreso a casa. Llegué a casa y me dirigí a abrir la puerta principal, y una vez más me encontré con las manos cubiertas de aquel polvo negro. Supuse que cualquier cosa que haya sido eso, lo que estaba sucediendo en ese momento en mi casa, era lo mismo que sucedió la otra noche.

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Ingresé a la casa y todo parecía en su lugar. Las cosas siguieron con normalidad el resto del día. Nada extraño sucedió hasta que cayó la noche. Me encontraba sentado en la sala con mi netbook sobre las piernas, y repentinamente sentí una brisa. Pero era una brisa extremadamente gélida, como si me hubiera puesto frente a un congelador abierto, incluso más fría. Ninguna de las ventanas se encontraba abierta (estamos en invierno), y el aire acondicionado estaba apagado. Me puse de pie para buscar la fuente de aquel frío. Caminé por el pasillo y noté que la ventana de mi baño estaba abierta. Por supuesto, toda la base de la ventana estaba cubierta con polvo negro. Supuse que aquello era un indicio de que algo malo estaba por suceder.

Regresé al sofá, ignorando completamente lo que estaba haciendo en la notbook, y enfocándome solamente en el entorno. Me quedé allí, en alerta máxima, hasta que el sueño me venció. Cuando desperté la mañana del domingo, todavía sentado en el sofá, sentí que había algo diferente, pero no podía decir qué. Me levanté con cuidado y caminé por la casa, intentando encontrar algo que no encajara. No tuve éxito, pero continué con esa sensación preocupante de que algo se había hecho.

La mayor parte del domingo fue normal, pero entonces el sol se puso. Apenas llegó el atardecer pude escuchar unos golpes que provenían del ático. En este punto debo decir que soy la clase de persona que intenta justificar las cosas al máximo antes de pasar al plano sobrenatural o paranormal. Supuse que, de alguna forma, algún animal se las había arreglado para llegar hasta el ático. Escuché sonidos de arañazos, parecía una ardilla corriendo de un lado a otro.

De repente, escuché un sonido bastante fuerte y seco proveniente de la zona arriba de mí. Después escuché algo deslizándose, como si alguien estuviera arrastrando sus enormes pies por el suelo del ático. Llamé a la policía, pues no soy ningún idiota, y los oficiales inspeccionaron lugar que, obviamente, estaba vacío. Me preguntaron qué era aquella sustancia negra que cubría todo el suelo, algo que no pude responder. Los policías se fueron, pero me dejaron sus tarjetas en caso de que tuviera algún problema en el futuro.

Alrededor de las 11 de la noche, no mucho tiempo después que se fueran los oficiales, escuché algo golpeando y deslizándose por el corredor. Incluso antes de ir a ver, ya sabía que era la escalera que sale del techo y da al ático. Alguien había tirado desde abajo o la habían abierto desde arriba. O, pensé, los oficiales no la habían cerrado correctamente después de salir de allí, entonces se había caído sola. Caminé en dirección a la escalera y de repente, como si alguien hubiera encendido un interruptor, una intensa luz extremadamente brillante irradió del ático hacia el corredor. Me congelé en el sitio donde estaba y esperé a que algo más sucediera. La luz parecía hacerse cada vez más fuerte hasta que quedó completamente blanca, al punto que me lastimaba los ojos. Entonces, tan rápido como había iniciado, se fue, con el sonido de lo que parecía una lámpara estallando allá arriba.

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Escuché el sonido familiar de algo arrastrándose desde la entrada del sótano hasta la otra esquina del lugar. Corrí para cerrar la escalera y cerciorarme de que estuviera bien asegurada. Ese fue el último acontecimiento del domingo.

Hoy, me presenté en el tribunal a las 9 de la mañana. Era el día de entrevistar a los testigos y del careo.

 

Testigo de la defensa 1: Rebecca Dimone.

Rebecca Dimone es la vecina que vive al lado de John. Ofreció su declaración inicial el mismo día del crimen, la cual confirmó ante la corte. Mencionó que se encontraba en su jardín practicando jardinería antes del atardecer. Alrededor de las 19:45, John salió por la puerta principal, caminó por su patio, intercambiaron saludos, y regresó a la casa sin hacer nada en el exterior. Poco tiempo después escuchó un grito, solamente un grito. Mencionó que se parecía a un grito de sorpresa, no al grito de alguien que está siendo herido, como si alguien hubiera asustado en broma a la persona.

Durante el interrogatorio, la parte acusadora le preguntó si, por haber sido tan corto, estaba segura de que lo que escuchó fue un grito. Ella dijo que sí, y que también era verdad que provenía del interior de la casa. Entonces, la defensa solicitó a Rebecca que describiera su relación con John, si es que existía alguna, y que le parecía como vecino.

Rebecca mencionó que eran vecinos desde que se había mudado a la casa de al lado, y que parecía un hombre amigable. John y su esposa se presentaron con ella al poco tiempo de mudarse, y mencionó que parecían genuinamente felices. También relató que, algunas semanas antes de los asesinatos, John fue hasta su casa y le preguntó si había escuchado algún sonido extraño en su ático recientemente. Cuando le dijo que no, se quedó parado mirando al interior de la casa hasta que Rebecca cerró la puerta. Fue la única ocasión en que tuvo “un problema” con él, y terminó diciendo que lo consideraba un buen vecino.

 

Testigo de la defensa 2: James Bradley.

La extensión del testimonio de James Bradley fue sobre información de que John lo había llamado en repetidas ocasiones para hablar sobre las cosas extrañas que estaban sucediendo en su casa. Las sensaciones de que alguien lo estaba observando, cosas fuera de lugar y fenómenos paranormales.

La parte acusadora se limitó a interrogarlo vorazmente sobre si era un “experto en actividades paranormales”, y esencialmente logró que su profesión pareciera un mal chiste.

 

Testigo de la parte acusadora 1: Amanda Clement.

Amanda era una amiga de la hermana de John, Erika. Testificó ante la corte que recientemente a Erika le habían pedido matrimonio, y que estaba considerando cambiar su residencia a otro estado, dado que su novio iba a ser transferido por parte del trabajo. Las dos habían ido a una cafetería poco antes de que Erika regresara a la casa donde fue brutalmente asesinada. Ella tenía la intención de contarle a John sus planes esa noche.

 

Testigo de la parte acusadora 2: Anthony Mineo.

Anthony “Tony” Mineo fue el testigo de la parte acusadora esta ocasión. Supuestamente, era el amante de Jessica Willis, y tenían una relación desde hacía dos años. En la opinión de Tony, John había descubierto la aventura de su esposa y la había asesinado. La parte acusadora corroboró dicha información presentando los mensajes entre los dos un día antes de los asesinatos, en ellos Jessica discutía el hecho de que quizás su marido sabía sobre su aventura. Se trataba de una evidencia muy contundente.

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La defensa intentó minimizar el testimonio de Anthony y, siendo honestos, sólo hicieron el ridículo. Básicamente hicieron que repitiera todo lo que ya había dicho, y simplemente le preguntaron por qué la corte no debería creer que él era el asesino. Intentaron hacerlo ver como el amante despreciado que no aceptaba el hecho de que su amante jamás dejaría su esposo, aunque no tuvieran fundamentos para hacer esa insinuación.

Fue entonces cuando noté que el abogado de la defensa estaba actuando extraño. Cada cierto tiempo se retorcía un poco y, en sus ojos, podía apreciarse un miedo gigantesco. Ahora que lo pienso mejor, estuvo así durante todo el día. En ese momento su comportamiento me recordó a Jackie. La observé a ella (estaba sentada a 2 sillas de distancia), y noté unas prominentes ojeras. Le eché una mirada general a mis compañeros y parecía que más de la mitad no había podido dormir bien desde el primer día del juicio.

Cuando nos enviaron a descansar, alrededor de las 3 de la tarde, reuní a todos los que parecían particularmente abatidos y nos congregamos en la pequeña sala donde se ubican las máquinas de bocadillos, discutimos nuestros problemas individuales. Aquí están algunos de los más destacados.

 

Jurado 3: Mike Forsythe.

Mike se encontraba durmiendo en su cama junto a su esposa, y despertó cuando escuchó una respiración alta y exagerada. Volteó y vio a su mujer durmiendo pesadamente, constató que la respiración no provenía de ella. Entonces empezó a preocuparse, esperando que fuera su perro. Se fue levantando poco a poco para observar el pie de la cama, donde el perro dormía todas las noches. Mientras se sentaba en la cama, se detuvo cuando vio algo de pie en el rincón de la habitación. Estaba de frente a él, pero en la oscuridad, Mike no podía distinguir lo que era. Mencionó que era muy alto y parecía estar vestido con una capa.

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La persona en el rincón de la habitación se arrodilló rápidamente y empezó a gatear en su dirección. Mike saltó de la cama y encendió las luces, pero no vio nada, sólo un rastro de polvo negro en el suelo por donde había gateado. Llamó a la policía, que rápidamente acudió a la residencia, tomaron su declaración y dieron un vistazo a la casa. Su esposa dijo que no vio ni escuchó nada, y estaba convencida de que su esposo había tenido una pesadilla, aunque no pudo explicar el polvo en el suelo.

 

Jurado 11: Trinette Bryant.

Trinette vive con sus dos hijos y su novio, un camionero, razón por la que no duerme con mucha frecuencia en la casa. El viernes por la noche, sus hijos corrieron hasta su habitación en el medio de la noche (los dos duermen en la misma habitación), diciendo que alguien se había arrastrado desde el armario en dirección a la sala. Trinette mencionó que se levantó y tomó el cuchillo que guarda atrás de la cabecera. Le ordenó a sus hijos que se quedarán en la habitación y aseguraran la puerta, y que abrieran sólo si ella regresaba y les decía la “palabra de seguridad” (no especificó cuál).

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Trinette caminó silenciosamente por su casa (que corresponde a la parte superior de un dúplex), encendiendo las luces de las habitaciones donde entraba, y logró asegurarse de que nadie había ingresado a su casa. Sin embargo, lo que encontró fue un rastro de polvo negro que iba desde la habitación de los niños hasta la puerta principal, que en ese momento se encontraba sin el seguro. Comentó que no confía mucho en los vecinos del piso inferior, por eso nunca, por ningún motivo, dejaba la puerta sin el seguro. Abrió la puerta y observó que el rastro continuaba por el pasillo hasta la escalera, y entonces terminaba bajo la entrada al ático.

 

Jurado 9: Lisandra Mireles.

Lisandra se encontraba preparando la cena y esperando a que su marido llegara del trabajo cuando toda la cocina, que estaba cálida debido al horno y a la estufa, repentinamente se volvió helada. Dijo que el cambio fue de un instante a otro. Primero, creyó que se trataba de un escalofrío, pero entonces observó que la temperatura seguía muy baja. Después, escuchó algo arrastrándose en el pasillo, alejándose de ella.

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Rápidamente corrió hasta la sala para llamar a la policía, y mencionó que cuando miró por el pasillo, la cosa se había ido, y había el mismo rastro negro cerca de la entrada al ático. La policía fue, echó un vistazo a la casa y al ático, pero no encontró nada.

Hubo otros testimonios que eran más o menos la misma cosa a los que acabo de citar. Evidentemente, los temas en común aquí son alguien vestido de negro acechándonos, casas con áticos y polvo negro. Naturalmente, todos estamos asustados. Uno de ellos mencionó que mañana los policías, detectives y personas del área de salud estarán en el tribunal para declarar, por eso espero que tengamos una respuesta sobre qué diablos es el polvo negro que fue encontrado en la casa de John Willis.

5 comentarios en «Soy jurado en un caso muy extraño – parte II»

  1. Esta historia pinta para buena, aunque la segunda entrega no me pareció tan atrapante, se agradece hery y me uno a la petición de saber cuantas partes son?

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