Jamás volveré a usar un baño público

Antes de empezar con la historia, debo decirles que soy una joven adulta diagnosticada con depresión psicótica y trastorno de ansiedad. Tuve una infancia llena de dificultades, e invertí mis años de escuela haciendo todo lo posible para no estar en casa.

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Fotografía por Mario Pena / Flickr.

Ocasionalmente participo como voluntaria en un albergue para personas sin hogar, voy cuando me es posible. La pequeña ciudad donde vivo no proporciona mucha asistencia a las personas sin hogar, y pensaba que si no actuaba, no haría nada bueno por la sociedad. Quizá eso fue un tanto egoísta, de hecho, jamás me consideré una buena persona.

Algunos de los individuos que asisten al albergue son extremadamente educados y fáciles de tratar, incluso resultan encantadores. Me hice amiga de muchas de las personas que pasaron por allí, siendo testigo de cómo llegaron a esa vida. Pero siempre están ESOS. Los drogadictos, locos o los que han vivido solos dentro de un bosque durante mucho tiempo. Esas divagaciones aleatorias y los ojos que encajan perfectamente en el valle de la rareza. Evadir a este tipo de personas es mi misión particular.

Era una noche de sábado en el mes de agosto, alrededor de las 8:00 p.m. Por lo general, los albergues y refugios cierran a las seis de la tarde, pero durante el verano extienden el horario para acomodar mejor a los voluntarios que aún estudian. Yo me encontraba ayudando a dos colegas voluntarios, un joven de mi edad y una chica que debía estar en el primer año de la educación preparatoria, a arreglar la cocina.

Me pongo muy ansiosa cuando tengo que usar un baño público, no por motivos de higiene o esas cosas… simplemente es algo que me produce ataques de pánico. Dicho esto, no había ido al baño desde que salí de mi apartamento por la mañana, alrededor de las 10:00 a.m., por lo que quizá entiendas mi urgencia. Intentando controlar mi ansiedad, pedí permiso y me dirigí al WC para mujeres.

Ahora, una breve explicación. Este albergue fue construido en dos bloques separados. Para ir al baño, tienes que salir de la cocina (una pequeña habitación dentro de otra mayor), y por la puerta de esta habitación hasta el pasillo. El pasillo está lleno de otras puertas que van a otras habitaciones más pequeñas, y lo llamamos “el eje”. Así que tienes que atravesar todo el eje, hasta el final. El baño de mujeres es la última puerta a la derecha, el de hombres la última a la izquierda.

Abres la puerta del baño para mujeres, y te encuentras con un corredor largo. Directamente al final de este corredor están dos lavabos sucios, dos frascos de jabón líquido entre ellos y un espejo encima de cada lavabo. A un costado, hay cuatro gabinetes con tazas de baño, el último es el más grande pues está destinado a personas discapacitadas.

Así que hice todo ese proceso. El baño parecía totalmente vacío, según pude ver. Pero noté algo extraño desde el inicio. Las luces allí se encendían con detectores de movimiento, por lo que cuando abres la puerta se encienden automáticamente.

Pero ya estaban encendidas cuando entré.

Por supuesto, no era algo SUMAMENTE extraño, considerando el lugar. Era un baño público, por lo que quizá había otras personas usándolo. Intenté ignorar mi ansiedad y me dirigí a los gabinetes.

El más grande que estaba al último estaba cerrado con seguro. Y, desde la última vez que revisé, yo y los otros voluntarios éramos los únicos en el edificio. En ese momento, mi ansiedad lentamente se transformaba en miedo, por lo que entré en el gabinete más alejado de ese último.

Pero la cerradura estaba rota.

Me cambié al próximo y, ¿adivinas?, la cerradura también estaba rota. El único restante era el que estaba próximo al gabinete cerrado. No quería, de ninguna forma, usar aquel maldito baño. Pero mi vejiga estaba a punto de estallar, entonces me obligué a dejar aquella estupidez de lado para hacer pis de una vez por todas.

Tan rápido como me fue posible, entré al baño e hice lo que tenía que hacer. Cuando el… uhm “chorro” comenzó, pude jurar que había escuchado algo. Era un sonido muy sutil de… algo moviéndose. Como el sonido de un tejido siendo agitado.

Terminé de hacer pis y tomé papel higiénico. En ese momento mi incomodidad se había triplicado y lo único que quería era salir de ese maldito gabinete. Por un segundo miré hacia arriba, ya sabes, para ver si alguien estaba observando por arriba de las divisiones, y después miré abajo, para levantarme y ponerme los pantalones.

Pero había alguien con la cabeza metida allí, observándome desde el suelo.

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Daniel Coomber / Flickr.

Era uno de los locos que asistía al albergue. Lo reconocí pues había elogiado mi cabello púrpura muchas veces. Pegué un grito, pateé la puerta de la cabina y corrí hacia la puerta como una loca, poniéndome los pantalones mientras escapaba.

Y por más extraño que parezca, puedo jurar que escuché el sonido de… lengüetazos. Como cuando un perro bebe agua de la taza del baño.

No tengo que puntualizar que ese fue mi último día como voluntaria en el refugio.

 

Una historia de fmcguire2425 en Reddit.

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10 comentarios en «Jamás volveré a usar un baño público»

  1. mmmm de plano chafa…mas que terror parese la historia de un japo pervertidon adicto al sct…..en fin eso si para c-a-g-ar no hay como hacerlo en casa

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