La historia de las islas de cuarentena

Desde los primeros brotes de la peste bubónica, hasta los problemas de contagio después de la gran migración europea, los médicos de la antigüedad se enfrentaron a un gran problema: ¿cómo tratar a los pacientes que podrían contagiar a otras personas? La respuesta fue tan simple como macabra – aislarlos en islas de cuarentena.

Macabre por Michael Wolgemut (1493)
Macabre por Michael Wolgemut (1493)

 

Santa María de Nazaret, Italia.

La peste negra llegó a Europa por el Mediterráneo, a través de los puertos de Italia en 1347. Oficiales en Venecia aislaron los barcos de los puertos infectados en una cuarentena – los 40 días inspirados por el periodo en que Jesús permaneció en el desierto, siendo tentado por el demonio. En 1377, oficiales de la ciudad de Ragusa (actual Dubrovnik), comenzaron a enviar enfermos que venían en barcos a las islas, inspirando al personal de Venecia a emplear la isla de Santa María de Nazaret, que se sitúa en la laguna de Venecia, como un sitio de cuarentena. Las personas de la época también solían apodar a este lugar “lazaretto”, un nombre derivado de Lázaro (un personaje bíblico al que Jesús resucitó). A finales del siglo XVI, las personas con enfermedad de Hansen (lepra) eran llevadas hasta allí. En 1864, la isla pasó a considerarse territorio griego – pero incluso entonces los pacientes eran transportados hasta aquí cuando se presentaba algún brote.

Italia lazaretto

 

Isla Partridge, Canadá.

Para los irlandeses del año 1840, que escapaban de la hambruna que azotaban al país, la estadística de que solo 3 de cada 10 pasajeros sobrevivían a la travesía en barco hasta Canadá era algo que debía ser superado. A su llegada a Canadá, los inmigrantes eran llevados hasta la isla Partridge, en New Brunswick. Aproximadamente 15 mil irlandeses fueron puestos cuarentena aquí, para garantizar que no trajeran tifo al continente. Tendría que pasar un siglo, en 1942, para que la isla fuera clausurada – cuando se creó la vacuna contra la enfermedad.

Isla Partridge

 

Isla de las Flores, Uruguay.

En 1890, las islas de cuarentena ya habían evolucionado a medidas de prevención y procedimientos estándar en caso de migración. Un ejemplo es la Isla de las Flores, que se sitúa en las costas de Montevideo. Para que nos hagamos una idea de la seriedad del asunto, en 1899 un barco llamado USS Newark había desembarcado en Rio de Janeiro, que en ese momento pasaba por un brote de fiebre amarilla. Para evitar la cuarentena, el vicealmirante Joseph Taussig ordenó que la embarcación completa fuera lavada después de dejar territorio brasileño – incluso así, la tripulación permaneció 24 horas bajo observación.

En la Isla de las Flores, los oficiales inspeccionaban el navío en la primera de las islas (es un conjunto de tres islas pequeñas). Si alguien mostraba signos de enfermedad, era llevado a la segunda isla. Y en caso de muerte, se le trasladaba a la tercera isla para darle sepultura.

Isla de las Flores

 

Sorokdo, Corea del Sur.

Es una de las pocas islas de cuarentena que se mantienen hasta nuestros días y todo gracias a la enfermedad de Hansen. Pese a que la cura para la lepra se descubrió hace 60 años, su estigma permanece latente en Sorokdo. En funcionamiento desde 1916, los oficiales que custodiaban la isla obligaban a los pacientes a laborar en campos de trabajo, los esterilizaban y realizaban experimentos médicos sin su consentimiento. Actualmente, los pacientes tienen la decisión sobre si permanecen o se van. Pero los sobrevivientes, algunos desfigurados, creen que es menos traumático vivir entre personas enfermas que tener que sufrir en el “mundo exterior”.

Sorokdo

 

 

Samoa Americana.

Para 1918, John Martin Poyer gobernaba Samoa Americana de forma rutinaria y atajando los “grandes” problemas – dos pueblos en lucha por un juego de cricket, por ejemplo. (Poyer confiscaba las armas de los aldeanos y les prohibía volver jugar entre sí).

samoa americana (1)

Pero se enfrentó a un desafió mayor después de recibir las noticias sobre la epidemia de gripe española que azotaba a todo el mundo. En la cabeza de Poyer surgió la idea de una isla de cuarentena – aunque en lugar de apartar a los enfermos, aisló a todo su pueblo sano del resto del mundo. Todos los barcos eran puestos en cuarentena durante cinco días antes de que los pasajeros pudieran desembarcar. Y funcionó: Samoa Americana fue uno de los pocos lugares en el mundo donde nadie murió por el brote de gripe. En contraste, en la cercana Samoa Occidental una de cada cinco personas pereció por la enfermedad, demostrando así el poder de la cuarentena. Vía HakaiMagazine

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3 comentarios en «La historia de las islas de cuarentena»

  1. segun investigaciones recientes si hubiera un fin del mundo, no seria por guerra o hambruna ni ninguna otra cosa, seria por una epidemia y es que el resultado de la investigacion es que no estamos preparados para una epidemia

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