Hidra de Lerna

La Hidra de Lerna era una animal perteneciente a la mitología griega, descendiente de los monstruos Tifón y Equidna, que vivía en un pantano del lago Lerna, en Argólida, sobre la costa este del Peloponeso. La Hidra era un ser con el cuerpo de un dragón y siete cabezas de serpiente (algunas versiones dicen que eran cuatro, otras nueve y algunas más arriesgadas ponen números mayores), poseedora de una rápida capacidad de regeneración y cuyo aliento era poderosamente mortal.

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La Hidra era tan letal que les quitaba la vida a los hombres tan solo con el aliento; si alguien se aproximaba a ella cuando estaba dormida, con el simple hecho de oler su resuello, la persona caía agonizante en un terrible tormento.

Dice la leyenda que la Hidra sucumbió a manos de Heracles (Hércules, en la mitología romana), en su segundo trabajo. En un principio Heracles intentó cortar los cuellos y aplastar las cabezas, pero con cada cabeza que cortaba surgían dos en el mismo lugar. Entonces decidió cambiar de táctica y, para que las cabezas no se regeneraran, solicitó a su sobrino Yolao que quemara la herida después del corte, de esta forma cauterizaba los cortes. Al final solo quedó la cabeza de en medio, que se consideraba inmortal. Pero Heracles la cortó y la sepultó bajo una enorme roca, de esta forma dio fin al monstruo.

Según la tradición, la Hidra fue creada por instrucciones de Hera para que matara a Heracles. Cuando se dio cuenta que Heracles mataría a la serpiente, Hera envió como ayuda a un cangrejo enorme, pero Heracles lo pisó y el animal terminó convirtiéndose en la constelación del cangrejo (o Cáncer).

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Por instrucciones de Atenea (Minerva), después de matar a la Hidra, Heracles aprovechó para untar sus flechas con la sangre del monstruo, de forma que las convirtió en armas venenosas. Euristeo no consideró este trabajo como válido (Heracles debía cumplir diez trabajos, y no doce), pues el héroe contó con ayuda.

Hércules murió, tiempo después, en Frigia, debido al veneno de la Hidra. En la versión griega, Heracles hirió mortalmente al centauro Neso con las flechas envenenadas en sangre de la Hidra, pues intentó raptar a su esposa. Aparentemente arrepentido y seguro de su muerte, Neso ofreció su sangre a Deyanira, la esposa de Heracles, diciendo que era una poción de amor para usarse en la ropa. Deyanira le creyó y cuando sintió celos de Íole, empleó la sangre de Neso para empapar la ropa de Heracles, quien al vestirlas sintió dolores y quemaduras insoportables, prefiriendo el suicidio en una pira funeraria.

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