El gringo bromista que despertó un volcán

Una mañana de abril de 1974, el señor “Porky” despertó y le susurró a su mujer Patty: “Mujer, prepárate que hoy es el día”. Su mujer le respondió mientras se rascaba la cabeza: “¿Ya pensaste bien lo que vas a hacer?” ¿Qué estaban tramando el señor Oliver “Porky” Bickar y su señora esposa? ¿Un nuevo guion para una película de la Fox? No, de hecho, planeaban fabricar una de las mayores travesuras en la historia de Alaska.

Mount Edgecumbe 1974

Oliver ya había calculado todo meticulosamente y crearía una broma que daría la vuelta al mundo, marcando el sitio de los sucesos para siempre. Un día se le ocurrió que era buena idea hacer creer a todos que un volcán, conocido como Monte Edgecumbe, había despertado.

Todos lo sabemos, para un estadounidense el tamaño es lo más importante: las hamburguesas, los senos, los autos, las bombas y las bromas tienen que ser las mejores, las más grandes y las más hermosas para poder elogiarse y sacar el pecho con el fin de dejar de mirar su propio ombligo aunque sea unos instantes. Esta pareja jamás abandonó el espíritu americano de fabricar un gran engaño. Algo enorme, colosal, que pudiera ser visto a 500 km de distancia, y que pusiera en alerta de peligro a una ciudad entera.

El Monte Edgecumbe está localizado en la isla de Kruzof, en Alaska, y es el punto más alto de la región con casi mil metros de altura. Es un volcán con escaza actividad, su última erupción de peligro fue durante el periodo posglacial, según el Alaska Vulcano Observatory, eso hasta la mañana del 1 de abril de 1974, por supuesto, el Día de los Inocentes en los Estados Unidos.

A menos que seas una especie de superhéroe, ¿cómo diablos haces para que un volcán entre en actividad? Pues engañando a la bestia, con una hoguera gigantesca a base de cientos de neumáticos y gasolina. Y ¿cómo transportar la gasolina, los neumáticos, las cuerdas y demás cosas a una altura de mil metros? Pues con mucho estilo, una gran sonrisa y un buen helicóptero.

Oliver Bickar con la venia de su señora salió de casa aquel día en busca de algún transporte aéreo para llevar a cabo sus travesuras. Tres pilotos sensatos de su ciudad, la hermosa Sitka, rechazaron la propuesta pero finalmente, con la ayuda de su amigo Harry Sulser, lograron convencer a un piloto para que los acompañara en el infame proyecto.

Oliver preparó varias eslingas y cables de más o menos 50 metros, donde ató más de 50 neumáticos usados a cada una. También reunió todas las telas y lonas que encontró y las empapó en aceite y gasolina. Una garrafa de cinco litros de alcohol en gel serviría como comburente. Litros y más litros de diésel, además de unas cuantas bombas de humo a base de manteca de cerdo. La hoguera estaba preparada, ahora solo tenía que transportarla hasta la cima del volcán.

Cargaron los materiales incendiarios en el helicóptero y despegaron, no sin antes esperar a que los amigos de Oliver engancharan, mediante un par de arneses, los trozos de las llantas a los patines del helicóptero. ¡Rumbo a Edgecumbe!

Sitka

Al aproximarse a destino, el piloto dejó caer los neumáticos sobre la cima del cráter abierto del volcán para después bajar y aterrizar la nave. Oliver descendió, colocó los neumáticos en círculo y esparció el combustible y el alcohol en gel mientras el helicóptero regresaba para buscar otra carga de neumáticos viejos. Mientras esperaba, también comenzó a pintar con aerosol en la nieve virgen y con letras de 20 metros de largo un mensaje que confesaba la cruel broma: “APRIL FOOL“. Cuando el piloto regresó con su quinta o sexta carga de neumáticos, Oliver encendió la enorme hoguera.

Aunque Oliver había tenido la amabilidad de avisar a la Federal Aviation Administration de sus planes y obtuvo su aprobación, no había informado a las autoridades locales (Guardia Costera) ni a la policía. Cuando la nube de humo negro empezó a verse desde el Pacifico, el comandante de la Guardia Costera ordenó enviar un helicóptero de reconocimiento no sin antes informar de la crisis a su almirante.

Mientras tanto, en la ciudad de Sitka, las personas salían a las calles para contemplar lo que parecía el aviso de una catástrofe inminente. Las emisoras de radio y los teléfonos de la policía no paraban de sonar hasta que la Guardia Costera – avisada por la FAA – informó oficialmente el origen del humo.

En 1981, según cuenta la leyenda, cuando el volcán Edgecumbe tuvo una pequeña exhalación, esta vez de forma natural, un vecino de Oliver dejó un recado en su puerta que decía:

Esta vez has ido demasiado lejos hombre”.

La noticia dio la vuelta al mundo y siempre figura entre las mejores bromas de las recopilaciones que se hacen sobre el April Fools’ Day. Oliver murió en 2003 dirigiendo la misma cerrajería de siempre en su ciudad, en la base del volcán que lo hizo pasar a la historia.

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