Datos sorprendentes sobre la aviación en la década del 50

Algunos pueden llegar a argumentar que la época de oro de la aviación los hace sentir nostálgicos. En la década del 50, cuando las primeras aerolíneas ingresaron al mercado, volar en avión tenía un significado completamente diferente: el vuelo era toda una experiencia por sí mismo.

Los aviones eran lujosos, los pilotos y las azafatas eran profesionales con un estatus de lujo en el imaginario popular y todo dentro del avión, desde la vestimenta de las aeromozas hasta el espacio entre los asientos y los tipos de cubiertos eran elegidos cuidadosamente. Pero las ventajas de aquellos tiempos se detienen aquí.

Las turbulencias eran realmente violentas, incluso podían romperte el cuello.

Si hoy tienes miedo a volar, durante los primeros años de la aviación comercial las cosas fueron mucho peores. Los primeros aviones comerciales eran mucho más ruidosos e inestables que las aeronaves modernas y las turbulencias eran tan violentas que cabía dentro de las posibilidades llegar a romperse el cuello en una de ellas. Además, la primitiva tecnología de los cinturones de seguridad de la época y el propio interior del avión (con la primera clase separada de la económica con divisiones de cristal, que podían romperse con la turbulencia), que no era diseñado con la intención de que fuera seguro, sino lujoso, no colaboraban en nada con mantener a los pasajeros intactos en caso de algún incidente durante el vuelo. De hecho, en aquella época se tenían cinco veces más posibilidades de sufrir un accidente aéreo al volar que en la actualidad.

La clase económica era la ejecutiva.

Los pasajeros que pagaban por un asiento en clase económica volaban con espacio y comodidad equivalente a los de aquellos que vuelan en la parte frontal del avión en nuestros días.

Volar era mucho, bastante más costoso.

Los viajes redondos a distancias cortas de un estado a otro en los Estados Unidos llegaban a costar el equivalente a más de US$ 1,000 dólares actuales. En realidad, volar era tan lujoso que los pasajeros se ganaban unas tarjetas postales cuando embarcaban – la idea era describir la exclusiva experiencia de volar allí mismo, durante el vuelo, para llegar a destino y contar a todo mundo en casa como era haber estado dentro de un avión. Y lo mejor era que escribieras bastante, pues eso y leer eran las únicas cosas divertidas que podían hacerse durante el vuelo – acuérdate de darle el valor que merecen a los artículos de entretenimiento a bordo y a tus gadgets después de esto.

Servicio gourmet a bordo para todo el mundo.

Cubiertos, platos, tazas, bebida a voluntad: todo eso conformaba la glamurosa experiencia de volar. Las compañías aéreas solían servir raciones completas, con varios platillos, langosta y whisky a voluntad del cliente. De hecho, beber hasta hartarse era otra de las posibles diversiones a bordo, junto con leer y escribir, y no era raro ver a pasajeros desembarcando completamente ebrios.

Se permitía fumar dentro del avión.

Sí, podías encender un cigarrillo (o varios) dentro de la aeronave. Pero solo después del despegue y antes del aterrizaje, pues se creía que la chispa de los cigarros podía encender los fluidos del combustible en la terminal.

Las azafatas eran más que auxiliares de vuelo.

¿Alguna vez te preguntaste por qué la mayoría de las auxiliares de vuelo son mujeres? Es una herencia de aquella época – en una era mucho más machista, algunas compañías aéreas usaban de forma deliberada los cuerpos de las azafatas como atracción extra para el vuelo. Vestimenta atrevida, tacones altos e incluso límites de peso formaban parte de los requisitos para convertirse en una profesional de este tipo.