Cualquier cosa, yo te llamo

El calor nocturno estaba insoportable, incluso para ese verano tan sufrido, aquel viernes estaba siendo realmente cruel. No había ni una sola gota de brisa que me acariciara el rostro. No tenían ni ventilador, solo un aire acondicionado que arrancaba cuando le daba la gana. El verano, ese clima del carnaval, las copas y las latas de cerveza vacías, aquella risa alta y las conversaciones llenas de provocación hicieron que por poco me olvidara que era una persona en recuperación.

manos tatuajes palomas

Más temprano, a eso de la cinco de la tarde, yo había llamado. Estaba entusiasmada por contarle todo sobre mi nuevo empleo, más que satisfecha conmigo misma, estaba eufórica. Quería compartirle las buenas nuevas. Quería compartir todo con él.

No lo sé… cualquier cosa, te llamo después” – fue la respuesta a mi telefonazo tan lleno de ánimo. No me gustó el “cualquier cosa”, odié el “cualquier cosa” de todas las formas concebibles. Pero cuando una mujer necesita creer que existe amor donde no hay nada, pasamos por alto “cualquier cosa”. Respondí que estaba perfecto y me fui a casa con aquel vacío que me helaba el pecho, que no es más que tu cuerpo lanzando advertencias sobre el dolor que está por venir. “Grita, corre”, pero no. No corrí. Me quedé esperando una llamada, torturándome como cualquier orgullosa seguidora del señor Grey. Esperé. Y esperé. Y esperé.

El celular timbró, pero no era él. “Ah no”. Era alguien de mi nuevo empleo invitándome a conocer un bar nuevo, probablemente intentando que encajara. Miré el reloj y habían pasado ya cinco horas desde mi llamada. Las diez de la noche y nada. Estaba hecha un desastre. La realidad del “no le importas tanto” me estaba dando una cachetada. Cruel. Pero no quería pensar en eso, intentaba postergar el dolor. “Está bien, voy para allá”. Y en una forma infantil de protestar, no fui demasiado vanidosa. Me vestí con una vieja camiseta de Amy Winehouse y un pantalón color verde dudoso. “Si he de gustarle a alguien, tengo que gustarle así”. Ese tipo de pensamiento loco de las mujeres en un momento de tontería.

Y esa fue la maravillosa noche en que pasé a creer en los clichés. ¿Has escuchado aquella frase de que “la vida se hace cargo”? Cursi, lo sé. Pero resulta que encontré a tipos tan raros como yo de una forma totalmente inesperada. Parecía que conocía de toda la vida a aquellos sujetos que todavía tocaban guitarra y vestían camisetas de rock. No tenía que preocuparme de ser alguien, o de pedir una bebida más delicada. Y cada vez que daba mi carcajada más alta, no recibía miradas reprobándome, sino de curiosidad.

Sí, mi celular timbró aquella noche. Era él. Muy de madrugada me pedía que fuera a dormir a su casa. Probablemente no había conseguido nada con alguna otra chica más interesante. Colgué sin siquiera responderle y no contesté. No contesté el día siguiente y no lo hice nunca más.

No me había descarriado, no estaba jugando, ni tampoco me había enamorado apasionadamente de otra persona, simplemente había renunciado. Renunciar es mucho más fuerte. Imagina que te conviertes en alguien que no vale más la pena.

Tras cinco años, por algún motivo recordé aquella noche el último fin de semana. Recordé que llamé muchas veces cuando no debería haberlo hecho, respondí mensajes de coqueteo cuando no debería haber respondido y esperé llamadas de aquella relación suicida algunas veces también. Pero nunca fui y nunca quiero ser la persona que dice:

Cualquier cosa, yo te llamo”.

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8 comentarios en «Cualquier cosa, yo te llamo»

  1. iba bien, pero leí Sr. Grey, y dije no ma. otra vez 50 sombras ya chole. bueno termino el articulo porque esta corto, y al final dije, “ah mira, no esta tan mal, ojala varios nos demos cuenta y renunciemos cuando ya no hay mas que hacer ahí”

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  2. Los post de Aylin siempre son tan raros, como que les quiere dar un aire profundo, con frases misteriosas sin sentido, párrafos que empiezan escritos con cierto orden y luego pierden el hilo.
    Recomendación, revisen la edición sobre todo la semántica 😉 saludos!

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