Las convicciones de Girolamo Savonarola

El monje italiano Girolamo Savonarola no estaba del todo errado en sus discursos. Si analizamos lo que decía respecto de la Iglesia, incluso podemos concordar en muchas cosas. Según el entendimiento de Savonarola la Iglesia Romana estaba contaminada por la corrupción y solo existía para perpetuarse en el poder y alimentar sus lujos.

Girolamo Savonarola

En aquel tiempo, en pleno Renacimiento, muchas personas creían que servir a Dios incluía entre otras cosas, edificar enormes iglesias y catedrales y llenarlas con hermosas obras de arte: pinturas, esculturas, frescos… Savonarola, por su parte, condenaba todo esto. En sus discursos en las calles de Florencia, el monje condenaba al artista y al mecenas que encargaban la creación de obras de arte, desde su punto de vista, decadentes e impuras. Este hombre dijo: “La belleza es una de las máscaras favoritas del demonio. Amar la belleza es pactar con el enemigo de Dios”.

Fue a partir de aquí que las cosas adquirieron un tinte siniestro. Las personas que solían escuchar los sermones del monje fueron invadidas por una especie de histeria, y se tomaron sus palabras al pie de la letra. Corrieron a sus casas ansiosas por destruir todo aquello que fuera bello. En su locura no respetaron objetos musicales, adornos, joyas ni siquiera a sus mascotas.

Se supo de caballos y perros de raza que fueron sacrificados y trajes finos que fueron triturados. Pintores consagrados del Renacimiento, entre ellos Botticelli, se vieron afectados por ese discurso. Ellos mismos prendían fuego a sus lienzos. Algunos artistas quedaron tan impresionados con los discursos que hicieron a un lado su carrera. Luego de que las personas terminaban de destruir cualquier objeto de su propiedad que fuera bello, dirigían sus intenciones hacía sus vecinos. En la Catedral de Florencia un fresco fue derribado a golpe de marro y cubierto con cal. Las imágenes sacras fueron destrozadas y verdaderos tesoros destruidos.

Cuando leemos sobre la famosa Hoguera de las vanidades, pareciera ser un evento en que, de forma voluntaria, las personas desechan sus vestimentas finas, joyas y obras de arte como una forma de hacerle espacio a la humildad pero, de hecho, mucho de lo que fue quemado pertenecía a otras personas. En medio de todo aquel frenesí, grupos de niños tocaban las puertas de las casas y observaban si los habitantes del lugar tenían algo bello, y por lo tanto inmoral, entre sus posesiones. Si era el caso, una turba armada con cuchillos, hachas y antorchas podía ir a hacer una visita. La situación se volvió tan surrealista que se formó una comitiva para evaluar lo que era bello o no antes los ojos de Dios.

La Hoguera de las vanidades fue el mayor logro de Savonarola, pero también la gota que derramó el vaso. Todos sabían que el monje se había rodeado de enemigos al señalar los excesos de la Iglesia, pero como se trataba de una figura muy popular no podían simplemente desaparecerlo de la noche a la mañana. Fue entonces que entró en escena un predicador florentino que desafió al monje a participar en una “prueba de fuego”. El hombre le propuso el siguiente desafío: si Savonarola estaba completamente seguro de que sus actos eran voluntad de Dios, debería colocar las manos en una hoguera. Si por voluntad divina no era quemado habría probado que su labor tenía el aval del altísimo. Quizá es un reto algo estúpido, pero el caso es que el monje aceptó. Como resultado se quemó las manos miserablemente delante de todos sus seguidores. En pocas semanas el monje perdió su influencia en Florencia, y sus seguidores se disolvieron. Poco tiempo después la Iglesia lo envió a prisión donde lo torturaron y ejecutaron.

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9 comentarios en «Las convicciones de Girolamo Savonarola»

  1. Y dónde está tu Dios ahora?
    Probablemente sabía que sus fans irían a por mas cosas en una destrucción sin sentido de haber salvado las manos del monje… Qué listo Dios al darle la inteligencia al otro monje.
    Amen!

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  2. No se han dado cuenta que lo mas estúpido de todo fue el reto de meter las manos a fuego, de verdad eso si es ignorancia y que listo salio aquel otro monje

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  3. aqui no hay “intolerancia” hacia el arte, ni hacia el patrimonio de la humanidad… como tampoco lo es el caso de lo que sucede con el EI… el EI no está atacando al arte… está atacando representaciones de una cultura contraria a ellos, sean artisticas o no. En el caso del monje, no se destruía al arte por si mismo… se destruía lo Bello… y bueno, en esos tiempos no existía el mote de patrimonio de la humanidad. Lo que si puedo asegurar es que ni en esos tiempos, ni ahora hay mecanismos para defenderlo como se debe, (caso de Irak)

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  4. Dichos actos de intolerancia hacia el arte, y hacia el patrimonio de la humanidad, aún está presente hoy día; sólo hay que ver cómo grupos extremistas islámicos destruyen esculturas y templos en el norte de Irak, con más de 2000 años de antigüedad; ¿el común denominador? la religión.

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