5 formas de hacer que el tiempo deje de volar

¿Estás alucinado por lo rápido que se fue el año? ¿No entiendes por qué tu cumpleaños parece llegar cada vez más rápido al paso de los años? Y ni que decir de la Navidad, ¿qué clase de brujería crea la impresión de que, cuando estamos en el día 25, la última cena navideña con la familia sucedió hace no más de un mes atrás?

reloj tiempo

Todo eso tiene que ver con nuestra percepción del tiempo: según algunas posturas psicológicas recientes, la principal responsable de la aceleración del tiempo en nuestra vidas tiene un nombre: la rutina.

El almacenamiento de la memoria humana no funciona de la misma forma que un disco duro de computadora, que guarda toda la información, bit por bit. La evolución nos ha dotado de algo mucho más conveniente (o inconveniente, según se quiera ver). En nuestro caso, la memoria se construye socialmente, no se guarda todo e, incluso aquellas cosas que mantenemos, con frecuencia resultan de difícil acceso. Generalmente, aquello que queda grabado más fuertemente en nuestros recuerdos son las primeras experiencias que tenemos de determinada situación, aquellos momentos intensos, decisivos, inesperados y nuevos que parecen hacer que el tiempo pase más lento.

Precisamente por esta razón es que la rutina hace al tiempo volar: cuando la vida se ve inmersa en una interminable repetición de las mismas experiencias, el cerebro entiende que no hay porqué guardar estos recuerdos de una forma especial, y todo parece pasar a nuestra memoria como un borrador mal hecho. La misma lógica es una explicación al motivo por el que la infancia sigue el camino opuesto – el mundo entero era un manojo de novedades, por eso el ritmo de las cosas era mucho más lento.

Dale un vistazo a estas simples recomendaciones que te ayudarán a desacelerar la percepción del tiempo para que aproveches mejor tú día a día:

 

1 – Obviamente, experimenta cosas nuevas.

No hay como negarlo, la rutina tiene su cierto atractivo al transmitirnos una sensación de confort. Sin embargo, los pequeños cambios pueden hacer una gran diferencia en la forma en que percibimos nuestra vida diaria: ¿por qué no intentar ir por un camino diferente hacia casa o al trabajo? ¿Qué tal una cena en el restaurant que acaban de abrir, o viajar a un lugar elegido al azar? Comenzar por los pequeños detalles puede ser un buen camino.

 

2 – Intenta innovar en tu trabajo.

Ya que nos quita tantas horas al día, el trabajo merece un tratamiento especial. Es fácil dejar que el flujo de obligaciones corra por sí solo, y hacer todo exactamente igual puede parecer la mejor opción que garantiza los resultados esperados. Pero aunque resulte difícil, correr riesgos es importante: una perspectiva más innovadora podría generar situaciones gratificantes y estimular el desarrollo con tu empelo, además de incrementar el sentimiento de satisfacción propia.

 

3 – Conoce nuevas personas.

¿Recuerdas a esa persona a la que ves todos los días, con la que ni siquiera has intercambiado palabra? Quien sabe, quizá hasta podría convertirse en un gran amigo o un gran amor. Conocer historias de vida y establecer nuevos vínculos emocionales son formas muy efectivas de generar momentos estimulantes.

 

4 – Aprovecha cada momento de la mejor manera.

Aquí se puede citar al viejo Carpe Diem: enfocarse en lo que se está viviendo y aprovecharlo de la mejor forma posible es la clave para extraer lo máximo de las experiencias y aprender con ellas. Incluso para aquellas cosas que forman parte de la rutina, hay una salida – intenta verlas desde otro ángulo. Poner más atención a tu alrededor, tanto a lo nuevo como a lo viejo, es una forma perfecta para incentivar la “percepción” e intensificar los momentos.

 

5 – Enfócate en el lado bueno de las cosas.

Aplica tanto para el pasado como para el presente, y también para el futuro: dale más valor a los buenos recuerdos que has vivido, apégate a lo que te estimule más y espera el futuro con optimismo. Apuesta siempre por la espontaneidad – no hay nada como las actitudes inesperadas que rompen la rutina.

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