10 términos científicos que podrías estar empleando mal

Cuando un científico emplea algún término específico, generalmente quiere decir alguna cosa bien distinta a la que nos imaginamos. Casi siempre, el sentido común acostumbra a simplificar los significados u otorgarle a dos palabras diferentes un mismo significado. Ya sea porque nuestro conocimiento es muy superficial o muy amplio, algunas veces no prestamos atención el verdadero significado detrás de las palabras.

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A continuación, podrás ver algunas explicaciones seguidas de los conceptos mostrados por el sitio del American Museum of Natural History (AMNH).

 

Tóxico y venenoso

Aunque tóxico y venenoso sean empleadas de forma indistinta – y aunque ambas describan a una toxina que interfiere en el proceso fisiológico de un organismo –, son palabras diferentes. La principal diferencia entre éstas reside en la manera en que se transmite la sustancia: el veneno es suministrado mediante dispositivos anatómicos, como los aguijones, los colmillos, etc. Entre tanto, lo tóxico generalmente es inhalado, ingerido o absorbido.

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Según Mark Siddall, empleado del Centro de Zoología de Invertebrados en el AMNH, tanto la Taricha granulosa (una salamandra) como el pulpo de anillos azules (Hapalochlaena) producen una poderosa toxina conocida como tetrodotoxina. Sin embargo, los científicos consideran al pulpo un animal venenoso, porque transmite la sustancia a través de una picadura; por otra parte, la salamandra se considera un animal tóxico, pues la toxina se encuentra en su piel.

 

Microbios.

Cuando la mayoría de los mortales escucha la palabra microbio, piensa en cosas que no pueden observarse a simple vista, y que de alguna forma nos traerán alguna enfermedad. Pero, aunque algunos provoquen enfermedades, no todos los microbios y organismos microscópicos son malos. De hecho, algunos son esenciales para la vida.

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El presidente de la ciudad de los microbios

Entre los microbios se pueden incluir a las bacterias, los virus, hongos y protozoarios que componen a la mayoría de las formas de vida en el planeta. Por cada célula humana en nuestros cuerpos, existen aproximadamente 10 microbios en ella – tan solo una pequeña parte de todos éstos son patógenos.

 

Meteoro, meteorito y asteroide.

Aunque muchas personas emplean los términos sin distinción alguna, meteoros, meteoritos y asteroides son cosas bastante diferentes. Las palabras deben emplearse como sigue: los asteroides son cuerpos rocosos que orbitan al Sol, principalmente entre Marte y Júpiter. Tienen un tamaño mucho más pequeño que los planetas, y sucede que algunas veces salen de sus orbitas debido a la fuerza de gravedad que ejerce el gigantesco Júpiter, lo que los hace viajar al interior del sistema solar.

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La mayoría de los meteoritos – rocas que impactan con la Tierra provenientes del espacio y que, de hecho, alcanzan la superficie de planeta – son partes de un asteroide. Y, así como los meteoritos, los meteoros son objetos que entran en la atmosfera de la Tierra provenientes del espacio.

Sin embargo, por lo general se trata de trozos grandes de polvo de cometa que se quema antes de llegar al suelo, dejando atrás una estela brillante, que acostumbramos a llamar “estrella fugaz”, a medida que se evaporiza en el aire.

 

Teoría.

Casi siempre que se emplea la palabra teoría, se hace para hablar sobre una corazonada o sospecha. Sin embargo, para los científicos una teoría es una explicación bien sustentada – y probada – que incorpora leyes, hipótesis y hechos.

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Por ejemplo, las teorías de la gravedad y de la evolución no son meras suposiciones; éstas, respectivamente, explican por qué las manzanas caen de los árboles y como es que pueden existir – o han existido – tantas plantas y animales en la Tierra.

Según el sitio del AMNH: “Una teoría no es una explicación limitada de datos conocidos, pues también permite que los científicos hagan previsiones sobre lo que deberían observar, en caso de que se compruebe como verdadera”.

Las teorías científicas también son bastante susceptibles a las pruebas: si algún resultado no resulta compatible con una teoría, los científicos pueden revisarla, ya sea para perfeccionarla o para rechazarla de forma definitiva.

 

Fósil.

Lowell Dingus, uno de los investigadores del AMNH, explica que los fósiles no sólo son restos de huesos duros, dientes y conchas. Bajo determinadas condiciones, las partes blandas de los organismos, como la piel y los órganos internos, también pueden resultar fosilizados. Otros objetos que pueden clasificarse como fósiles son las señales de existencia hechas por los organismos, tales como pisadas, madrigueras y los nidos.

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Una curiosidad: en la mayoría de las definiciones, para que se califique como fósil, el espécimen debe tener más de 10 mil años de antigüedad. En caso de que sea más reciente que ese lapso, el espécimen se clasifica como subfósil o semifósil.

 

Ancestro común.

Cuando se emplea el término ancestro común, es probable que se quiera señalar a una criatura que evolucionó a partir de otra. Pero esto es nada más que una forma simplificada del proceso: por ejemplo, los humanos no evolucionaron a partir de los monos, ambos comparten un ancestro común con los monos del Viejo Mundo.

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Según el AMNH, “existe evidencia diversa que comprueba que todas las especies están relacionadas – lo que significa que todas son descendiente de un ancestro común”. Hace más de 150 años, Charles Darwin vio evidencia de esta relación cuando comparó las similitudes anatómicas entre diversas especies, tanto vivas como extintas.

En la actualidad, sabemos que dichas similitudes – tanto en la estructura física como en el desarrollo embrionario – son expresiones de un ADN compartido, es decir, una pista concreta de un ancestro común.

 

Hominini

Los Homo sapiens son los únicos descendientes de un grupo variado de primates conocidos como Hominini. Probablemente estés acostumbrado a utilizar el término homínidos para hacer referencia a los humanos y sus ancestros – hace algún tiempo esto hubiera sido correcto.

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Pero, hace poco, la definición de esta palabra se expandió para abarcar a todos los grandes grupos de monos y sus ancestros. Entonces, lo correcto sería emplear la palabra Hominini para describir al grupo constituido por los humanos modernos, especies humanas extintas y sus ancestros inmediatos.

El primer fósil de Hominini se descubrió en 1856 y, desde entonces, muchos fósiles del mismo tipo – pero constituidos por especies diferentes – fueron descubiertos. Estos especímenes surgieron en diferentes lugares en los últimos 6 o 7 millones de años, siendo que algunos de ellos incluso vivieron durante el mismo periodo.

 

Dinosaurios.

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Es bastante común que digamos que los dinosaurios se extinguieron hace unos 65 millones de años, pero es incorrecto. De hecho, si miras a tu ventana en este momento, podrías encontrarte cara a cara con uno. Los pájaros descienden del ancestro común de todos los dinosaurios, por lo que: “Así como los humanos son un tipo de primate, los pájaros son una especie de dinosaurio”, explica Mark Norell, empelado de la División de Paleontología del AMNH.

En consecuencia, puedes decir a tus amigos que los loros y las palomas son dinosaurios. Apuesta a que nunca verán a estos pájaros de la misma forma.

 

Pterosaurio.

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Es probable que no hayas leído mucho esta palabra a últimas fechas. Eso se debe a que la mayoría de las personas piensa que los Pterosaurios y los Pterodáctilos son dinosaurios. Sin embargo, la verdad es que se trata de reptiles voladores, primos de los dinosaurios que se desarrollaron a partir de una rama diferente de la familia de los reptiles.

 

Desextinción.

El proceso de “desextinción” consiste en traer de vuelta a algunas especies ya extintas. Sin embargo, gracias a los filmes de Hollywood – léase Jurassic Park –, la mayoría de las personas tiene una idea errónea sobre las especies de animales que pueden ser revividas. Los científicos nunca han logrado resucitar dinosaurios no aviarios; cualquier ADN que pueda encontrarse actualmente ya es muy antiguo como para intentarlo.

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Pero, para otras especies, la ciencia puede encontrar una oportunidad en un futuro no muy distante. A decir verdad, en 2003 los investigadores consiguieron implantar un óvulo de cabra con genes de una especie española antigua en una cabra salvaje de los Alpes que hizo las veces de una madre sustituta. El animal resultante vivió solamente algunos minutos, pero comprobó que el experimento era posible.

Los científicos esperan que las innovaciones tecnológicas – y datos genéticos obtenidos a partir de diferentes especímenes – ofrezcan caminos para revivir especies recientemente extintas, por ejemplo, a los mamuts lanudos. Aunque parezca algo interesante, el proceso de “desextinción” implica diversas cuestiones científicas y éticas que aún no son muy debatidas en el ámbito científico.

Mental Floss

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